El proyecto se basó en el estudio previo que los arquitectos del Estudio Ferber realizaron a través de sucesivas entrevistas con los habitantes. Inquietudes, necesidades, gustos y demás datos relacionados con la dinámica familiar y social permitieron asumir el terreno escogido con una idea clara acerca de la casa a construir. El predio de aproximadamente mil doscientos ochenta metros cuadrados cuenta con rivera sobre el lago y con un bosque de pinos frente al lote. Los desniveles naturales del terreno fueron integrados al proyecto. Desde las primeras líneas los arquitectos tuvieron en cuenta la vitalidad de los espacios exteriores y la necesidad de aventurar la presencia del agua y el verde. Así la distribución en planta resultante es franca y muy funcional, alcanzando un total de seiscientos metros cuadrados construidos.

En cuanto a volumetría y lenguaje se buscó mantener algo de rusticidad con la utilización de madera, piedra y vidrio (como elemento reflector) a los efectos de mimetizarse con la naturaleza circundante, y a su vez jugar con colores habano que se mimeticen con el entorno. Se mezclan materiales fríos con toques muy cálidos. El interior es de estilo clásico, destacándose variedad de colores sobrios y calmos. Pisos interiores de porcelanato símil madera de actualidad conjugando con pavimentos de estilo más colonial como los dameros exteriores. Aberturas de hierro y vidrio, livianas y transparentes, grandes corredores con amplios ventanales, una escalera de hormigón con baranda de vidrio, varios muebles empotrados laqueados que fueron diseñados por los arquitectos (barbacoa, escritorio, living, playroom, barra).

El living y la barbacoa se vinculan entre sí a través del exterior y con una apertura total al paisaje con la piscina y el parrillero techado como elementos integradores. El patio de acceso opera como una suerte de atrio y fue marcado por una gran arcada que aporta horizontalidad a la fachada. El ingreso es señalado por una gran puerta de madera, y en el pasaje se aportó la magia necesaria que lleva al visitante a descubrir lentamente cada espacio. En estos espacios destacan las jardineras y la vegetación que enmarcan al piso de baldosa calcárea dispuesto en damero, que filtran tanto las vistas como las luces al interior dando privacidad desde la calle.