LA BARRA MAGICA
En el mundo de Aarón Hojman, la memoria no es un lugar de nostalgia, sino un espacio vivo donde los objetos antiguos encuentran una nueva existencia. Hojman es un coleccionista nato, un hombre inquieto que persigue piezas únicas (muebles, máquinas, juguetes), que llevan consigo la huella del tiempo. No se trata de acumular por acumular, sino de observar con atención, dejar que la autenticidad se revele y, solo entonces, incorporar estos testimonios del pasado a su universo. Su tienda en La Barra, se llama Trading Post, nombre que seguramente surgió de alguno de los viejos carteles que encontró en su camino pero que, como se verá, curiosamente mucho tienen que ver con su derrotero personal y profesional.
Su tienda en La Barra es el escenario perfecto para esta expresión de memoria sin melancolía. Aquí, el coleccionista deja fluir su pasión, creando un ambiente donde la arquitectura y el diseño dialogan con el pasado en clave de abundancia. El edificio concebido por Aaron Hojman y construido por él desde cero, mezcla lo clásico con lo renovado: fachadas de ladrillo expuesto, grandes ventanales de hierro con cristales de colores, y chapas de zinc pintadas de rojo intenso que añaden un toque de audacia. El conjunto es armónico, una fusión equilibrada entre lo viejo y lo nuevo que enseña las fuertes influencias del racionalismo, la arquitectura industrial del siglo XIX y en algunos pasajes de la obra de Jean Prouve.
En los años noventa Aaron irrumpió en el mercado esteño con una propuesta estética particular que lo convirtió en el principal promotor del Santa Fe Style en la región. Importaba muebles que promueven formas referidas a las construcciones del sur norteamericano con fuertes influencias españolas. El éxito de su campaña en la promoción del particular estilo que entonces ofrecía toda una alternativa al diseño italiano contemporáneo que campeaba entonces en las tiendas de la región, lo animó a profundizar el gesto. Así nace su Trading Post.
Y en la gesta de Aaron, el edificio que habita con su tienda, opera como una suerte de manifiesto. Las instalaciones fueron proyectadas y construidas por Aaron. El diseño se inspira tanto en la arquitectura de las viejas estaciones y depósitos ferroviarios ingleses de principios del siglo XIX e inicios del XX. La gran nave industrial de madera y chapa fue construida en solo cinco semanas en los meses de noviembre y diciembre del año 2022 en un lote, estratégicamente ubicado y hasta entonces vacío. Durante el otoño invierno del año 2003 se agregó el área de construcción más tradicional en ladrillo y hierro, donde actualmente funciona Salón # 3. Se hizo de tal modo que se presenta como una construcción anterior a la que se le agregó posteriormente el ala de construcción liviana. Y aquí, en este recurso, emerge una de las claves de la arquitectura de Hojman, construir con elementos antiguos que le permiten transmitir elocuentemente la sensación que genera el paso del tiempo, imprimiendo un carácter singular. La obra de Aaron, que en este caso se representa, nace con las huellas del tiempo ya impresas.
El interior es una extensión de esta misma filosofía. Los espacios se conectan naturalmente, algunos a través de largos corredores, marcados por los muebles y objetos que se apilan, de piso a techo. Los pisos y techos están revestidos con maderas recuperadas, cada tabla contando su propia historia, haciendo palpable el paso del tiempo. El desborde, la desmesura, todo allí supera lo que es posible imaginar, la magia existe.
El mobiliario de Hojman refleja su amor por los objetos con historia. Una antigua biblioteca de hotel, originalmente diseñada para almacenar correspondencia, ahora guarda libros. Los sofás, franceses e ingleses, tapizados en cuero o en telas lujosas, llevan con orgullo las cicatrices del tiempo. Muebles comerciales de las décadas de 1930, 1940 y 1950 decoran el espacio con una elegancia desgastada, una estética que podríamos llamar «fino y bien usado», un ejercicio de memoria que rescata lo antiguo para afirmar un presente lleno de significado. Aarón no busca modificar estos objetos ni adaptarlos a una moda pasajera. Su enfoque es el de un curador que celebra la autenticidad, dejando que cada pieza cuente su propia historia. Su interés se centra en el mobiliario comercial de los años treinta a cincuenta, y el Art Decó, con sus formas geométricas y funcionalidad caprichosa, definían el diseño. Las piezas que elige—anaqueles, mostradores, radios, juguetes antiguos—hablan de otras formas de vida, otras maneras de habitar el mundo.
Este universo de Hojman tiene un eco en el estilo decorativo shabby chic, donde lo antiguo se mezcla con lo moderno, los colores pastel con el blanco predominante, y los diseños florales añaden un toque de frescura. Pero en el caso de Hojman, lo que prima es una estética más cruda, una autenticidad que no busca embellecer el pasado, sino traerlo al presente con todas sus marcas intactas. Aquí, la memoria no es un peso, sino una celebración.
El término «trading post» tiene su origen en los primeros tiempos de la colonización y exploración de América del Norte y otras partes del mundo. Un «trading post» era un lugar donde se realizaban intercambios comerciales, generalmente situados en áreas remotas o en las fronteras, donde los colonos, exploradores, comerciantes y los pueblos indígenas se reunían para comerciar bienes. Hoy en día, el término «trading post» sigue siendo utilizado en algunos contextos históricos o incluso comerciales, refiriéndose a tiendas en áreas rurales o remotas. Estos espacios así denominados definen una etapa en el que el intercambio entre culturas establecía el real proceso civilizatorio. Aquí en el Río de la Plata se lo conoció como el almacén de Ramos Generales de campaña.