El edificio se levanta como un portento que con sus líneas verticales señala a la singular proa que forman las calles 26 de Marzo, Ellauri y José Benito Lamas, en el corazón del denso y confuso Pocitos. Con su presencia Montevideo recupera la memoria que sin nostalgia apela a lo mejor de su historia, rescata valores artísticos y culturales y nos aporta a todos una clara señal a propósito de calidades que aún es posible mantener. El proyecto integral a cargo del diseñador James Boyd Niven, que en este emprendimiento se desempeñó como Director Creativo también integró al Estudio Gómez Platero Arquitectura & Urbanismo y a Federico Blizniuk como operador comercial.
La idea de proyectar, organizar e implementar un hotel surgió como un emprendimiento posible en la visión de un joven profesional que suele asumir sus trabajos con una entrega total de alcance visceral. La elección del lugar, las características de su arquitectura y de manera muy especial la naturaleza misma del negocio nacieron impregnadas del sentido que define a toda la obra de James Boyd Niven que se apoya en las raíces culturales de aquellos lugares donde interviene. Así es posible entender que el nombre asignado al Hotel, Montevideo, se relaciona con la idea de rescatar las tradiciones que refieren a uno de los mejores momentos en la historia de la ciudad. En esa línea va la incorporación de un restaurante de primer nivel que recupera el nombre de uno de los salones culturales de mayor trascendencia en nuestra historia social y cultural, el Polo Bamba, administrada por la dupla culinaria integrada por Florencia Courreges y Alejandro Morales. El proyecto de Arquitectura confiado al Estudio Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo coronó la gesta y permitió que la idea original fluyera naturalmente. El aporte de la paisajista Lorena Ponce de León completó el proyecto.
La alegría del Director Creativo del emprendimiento se percibe al recorrer junto a él las instalaciones de un edificio donde se respira una atmósfera distinta. Los datos acerca de la inversión total, que es muy importante, quedan a un lado y como debe ser, no son la nota que llama nuestra atención. La espacialidad y los detalles que naturalmente definen perímetros y caracterizan las situaciones que experimentamos en cada espacio, dan cuenta de una idea que con obsesión se concentra en la narración de historias que seducen. Y sorprenden. Allí el aporte de James Boyd Niven emerge con sorprendente naturalidad, su pasión por estudiar la historia de los lugares en los que interviene da frutos que resultan generosos para quienes han vivido otras épocas y conmueven a los jóvenes que a partir de la experiencia de recorrerlos, se enteran de ellas. En todos los casos hablan de un Montevideo distinto que podemos definir a partir de los datos particulares del mobiliario estructural y también del independiente diseñado y escogido por James, lo que demandó que los ebanistas y marmoleros locales se complementaran con manufacturas de alfombras tejidas a mano en Francia e India y con las cerámicas del Reino Unido. La gran barra del Polo Bamba, las aberturas en negro que enmarcan enormes ventanales que con sorprendente calidez son cuidados por el varillado vertical en madera que los protege desde el exterior. La luz que llega dramáticamente filtrada hacia espacios donde panas, velours y telas ricamente estampadas invitan a estar y permanecer.
La tradición del encuentro, el rito del almuerzo, la cena o el té, aparece como una revelación cuidadosamente preparada por Boyd Niven que se ocupó personalmente de la elección de cada pieza del servicio. La idea de acudir al restaurante o al salón del mejor hotel de la ciudad, costumbre europea que habíamos perdido, ahora nos desafía desde espacios donde los aromas, el oído, el tacto y la vista, se regodean sin medida. En el proyecto de estos espacios, se percibe una acusada inquietud por repasar los mejores momentos culturales de Montevideo, con sus salones literarios instalados en los célebres cafés que, como el Polo Bamba, animaban tertulias donde los principales alimentos y bebidas era la cultura.
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Redacción Diego Flores
Fotografía Nico di Trápani / James Boyd Niven