La casa en el agua, Arquitecto Alvaro Farina

La casa lleva menos de un año en esa esquina mágica de uno de los tramos más encantadores que ofrece la zona de El Faro en la península de Punta del Este y ya se ha convertido en referencia para el lugar. Aporta la frescura de una mirada distinta que habla de nuestro tiempo y tal vez de otro, que aún no conocemos bien quienes apenas vivimos al día. Se trata de un portento de acero corten, madera de lapacho y vidrio, proyectado por el Arquitecto Alvaro Farina.  Desde su construcción, los transeúntes que suelen recorrer la zona la bautizaron “el barco” y más allá de esta asociación espontánea en la que seguramente la cercanía del puerto y el propio material que destaca en la construcción tienen mucho que ver, la casa de Farina no pasa inadvertida.

La Arquitectura puede medirse en el largo y el ancho que ocupan sobre un terreno. Pero así presentado parece poca cosa. La Arquitectura también es altura, profundidad, tiempo, magia y poesía. Y proporción, esa relación entre las partes que nos permite disfrutar del objeto que además supone un edificio y que al habitarlo nos produce esa sensación de contención y abrigo. Luego están los materiales, con los cuales nos vinculamos más o menos.  En el caso de la casa que ahora recorremos, todo sorprende y llama la atención. 

“...el hierro se me presenta como un material extremadamente sensible a la escala y muy dócil, lo suficiente como para trabajar con el en la creación de estructuras. Estoy experimentando con él, mis habitantes lo saben, y estoy fascinado con las posibilidades que me ofrece…” 

La zona en la cual se levanta la casa proyectada por Farina esta poblada por ejemplos de Arquitectura que refiere a distintos momentos de Punta del Este.  Están las viejas casas de madera con cubierta de chapa acanalada, que refiere a los momentos fundacionales del pueblo y también otros posteriores donde el ladrillo pintado de blanco y las cubiertas revestidas con tejas coloradas dan cuenta del ideario colectivo del confort, el chalet. En ese contexto, La Casa D´Hierro, como la bautizaron los habitantes, o la casa “Barco” como la conocen los vecinos, se levanta aportando una singular actualización en los estilos arquitectónicos que ofrece la zona.  Se trata de una construcción de quinientos metros cuadrados que se levanta ocupando las dos terceras partes del predio que ocupa y llama la atención a partir de su cubierta, algo así como un gran sombrero de acero corten que cubre una estructura del mismo material. Al observar al edificio no se perciben materiales tradicionales, no hay hormigón, no hay ladrillos. Solo madera de lapacho, vidrio y acero corten.

En la cuadra donde el Arquitecto Alvaro Farina proyectó su portento, los muros son de piedra gris y lucen una prolongación verde que se apoya en los pitos porum , plantas típicas en la zona, utilizadas por su increíble resistencia a los vientos. Al imaginar su casa en esa esquina, Farina experimentó la necesidad de integrarse al paisaje manteniendo aquella textura tan particular. 

“…llevo años caminando por la zona de El Faro. Es el paseo diario que realizo junto a Tito, mi mastín. Estas cuadras mantienen una referencia clara a partir del mantenimiento de algunas pautas estéticas que mucho tienen que ver con la escala y la proporción que ese paisaje regala. Por esa razón al tiempo que trabajaba en el proyecto me preocupó mucho resolver el perímetro manteniendo esas características. Me llevó tiempo dar con la cantera de la cual provienen las piedras usadas en aquellos muros, hasta que di con ellas en las inmediaciones de San Carlos…” 

La fachada principal de la casa no existe. Está negada a la calle y preserva la intimidad de los habitantes. Se ingresa por una pequeña puerta que separa los dos portones de las cocheras. La secuencia de la madera de lapacho se relaciona con la altura del balcón que rodea a la segunda planta y con las aberturas que en ambos niveles rodean a la casa. A poco que comenzamos a observar la casa descubrimos su estructura y percibimos un plan previo que a todo le da sentido. 

“…en este proyecto, para poder generar el jardín que los habitantes deseaban, finalmente encontré la solución trabajando con módulos de cincuenta y ocho centímetros por lado. En esa unidad fue posible atender las demandas de la normativa y las necesidades de mis habitantes. Y ese módulo resultó muy práctico para poder trabajar con una estructura de hierro que es la que sostiene al edificio…” nos comenta Alvaro Farina que observa con entusiasmo cada detalle que nos enseña. 

Al ingresar a la casa percibimos un orden que llamó nuestra atención. Las plantas son libres, esto es la mampostería es de madera y está desarrollada como una estructura independiente que se sirve de la estructura mayor, aquella que sostiene al edificio, para adaptar el espacio a un proyecto igualmente singular.

“…en las reuniones de trabajo previas, que se prolongaron casi un año, al conversar con mis clientes en determinado momento surgió un dato importante para mi. A ellos les gustaban las bóvedas y de hecho les entusiasmaba la idea de vivir bajo una cubierta con esas características. Mi proyecto comenzó entonces a partir de la posibilidad de generar una gran bóveda para el edificio. A partir de la modulación en que me apoyé, cincuenta y ocho centímetros por 58 centímetros  y luego de algunas pruebas, finalmente llegué a la solución definitiva que me permitió generar una gran bóveda. La estructura toda de la casa, paredes, techo, entrepiso, se construye a partir del concepto de una malla rígida. Esta malla tiene una modulación de 58 centímetros por 58 centímetros. Ese concepto se extiende por todo el perímetro y el techo del edificio. Fue un trabajo increíble, que solo fue posible luego de un gran trabajo de cálculo y ensayo con la herrería que elegimos para hacer el trabajo. Entre esta malla cubierta de acero corten y el revestimiento interior, de madera de lapacho, generamos una cámara de aire que es la que me da el confort térmico y acústico…

La asociación de esta fabulosa cubierta con un casco de barco es absolutamente caprichosa y libre, sólo explicable en la medida en que la forma diseñada por Farina rápidamente fue apropiada por los vecinos y transeúntes de la zona que ya incorporaron la casa al paisaje del lugar. 

“…no trabajé en un proyecto a partir de mi pasión por la náutica. Simplemente resolví un techo abovedado que me parece una forma exquisita de contener y albergar al habitante. Aproveché la fortuna de poder contar con un cliente educado en estética para poder generar un edificio distinto…”

En la planta baja encontramos una estructura interior que genera tres dormitorios y una sala de estar con kitchenette, espacio destinado a los jóvenes de la familia. En la misma planta están las cocheras, el ascensor, las dependencias de servicio. En planta alta un gran ambiente contiene una cocina abierta, comedor y living y también la gran suite principal que ocupa un cuarto de la superficie de la planta. 

“.Desde la altura de la segunda planta as vistas hacia la bahía y la Isla Gorriti son fantásticas a toda hora del día y con cualquier clima,  entonces hacia ella volcamos el gran espacio donde se vive, con un comedor y un gran living. La cocina la marqué a partir de una estructura de lapacho que hacia un lado me permitió generar un corredor de acceso y hacia el centro alberga la cocina. El hogar está ubicado en el centro de esta gran planta y significó la posibilidad de ordenar naturalmente la secuencia de espacios dentro de una planta que debía ser libre. La idea es clara, las costumbres y dinámica familiar de mis habitantes establecía la necesidad de un gran ambiente para vivir…

La escalera que nos conduce hacia la segunda planta, la escalera secundaria, todo es un ejercicio plástico en la que el acero y la madera generan esculturas útiles a través de las cuales se produce el paseo por la Arquitectura de Farina. Luego está el sentido de ese paseo, que desemboca en la magia que producen los encuentros. Por ejemplo en el corredor que debemos recorrer para desembocar en ese gran ambiente. El impacto de este encuentro se potencia luego ante la atmósfera que descubrimos en esa gran plaza desarrollada por Farina para albergar a sus habitantes. Plaza que supone la interpretación de las necesidades de sus habitantes. 

“...la cocina es un espacio importante en el mundo de mis habitantes. Trabajé con la idea de imaginar una gran cocina con dependencias para vivir…

La ocupación de la planta alta es central, el perímetro se establece a partir de pequeñas ventanas rectangulares que se relacionan con una línea que envuelve a la estructura. Allí está la modulación de Farina y el encanto de la divina proporción. El equipamiento, también a cargo del Arquitecto Alvaro Farina, esta dispuesto hacia el centro de esa gran plaza en la que pasan cosas. 

La suite principal ocupa el sector posterior de esta planta. Y es importante. Se accede a ella a través de un gran vestidor. 

“…la suite también es abierta. Los sectores destinados a sanitarios y duchas están ubicados sobre el perímetro pero son abiertos, están integrados al ambiente y se comunican por intermedio de una escalera de recorrido circular, también de hierro, con el dormitorio de la planta baja donde duerme la niña menor de la familia. Cada ambiente, cada detalle, ha sido pensado en función de las necesidades, inquietudes y demandas del habitante. Y estoy feliz de haber logrado colmar esas expectativas…”

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