Involucrados en atención a la voluntad expresa de Juan Carlos Areoso Usher, asistimos a la reapertura de la tienda de antigüedades KARAUSZ, en el casco histórico de Montevideo. La convocatoria reunió a una treintena de personas que asistimos con gran alegría a un fenómeno que todos acusábamos como una falta, la recuperación de un espacio para visitar, adquirir o simplemente revisar esas cosas que cuentan cosas, las que para poner en valor definimos como antigüedades.
Wilde consideraba que el buen gusto no se limitaba a seguir normas rígidas o convenciones. Más bien, creía que el buen gusto estaba relacionado con la habilidad de apreciar y valorar lo que se considera estéticamente agradable. Para él, el buen gusto no era simplemente una cuestión de moda o conformidad, sino una expresión de sensibilidad y conocimiento. El buen gusto, entonces, no se basaba en reglas preestablecidas, sino en la capacidad de apreciar la belleza de manera auténtica. Wilde también tenía una actitud peculiar hacia las antigüedades. Aunque vivió en la Era Victoriana, una época caracterizada por la austeridad y la moralidad conservadora, él mismo era un espíritu rebelde y subversivo. Su amor por las antigüedades no se limitaba a su valor histórico o material, sino que también veía en ellas una conexión con la creatividad y la individualidad. Para Wilde, las antigüedades eran más que objetos viejos, eran testigos silenciosos de historias y emociones humanas.
LA BELLEZA
Estas consideraciones acuden al momento de compartir con Ustedes lo vivido en ocasión de la reapertura de la tienda de antigüedades KARAUSZ, en la calle Bartolomé Mitre, corazón del casco histórico de Montevideo. Esta sinuosa calle que apenas veinte años atrás era uno de los centros culturales de la ciudad y que luego de un largo silencio regresa, tímida pero seriamente, por sus fueros. Las definiciones sobre el buen gusto y las antigüedades de Oscar Wilde nos instalan en un atrio enorme que precede a preguntas que resultan inevitables en estos momentos. ¿Qué es la belleza?, ¿cómo se define? Y luego, ¿qué es una antigüedad? La nota que ahora compartimos pretende insinuar respuestas a estas preguntas que entendemos habilitan que todos, al formularlas, mejoremos nuestra relación con el espacio que habitamos. La belleza es un concepto, una idea que se asocia con lo hermoso. Se trata entonces de una apreciación subjetiva que debe entenderse en el marco de la individualidad, esto es, todos los humanos nos parecemos, pero somos, esencialmente únicos. La belleza resulta también una convención en la que las sociedades establecen reglas y consideraciones que habilitan y descartan. Los conceptos acerca de lo bello guardan una estrecha relación con la época, el lugar y las características de cada pueblo o etnia, siempre vinculado a lo que se ve, se escucha y no así ante lo que registra el olfato, el gusto y el tacto. Pero más allá de la manifestación sensorial, algunas cosas abstractas y conceptuales las consideramos bellas, un texto por ejemplo y entonces estamos ante una situación en la que lo que importa y señalamos está en que se dice y no como se dice.
La estética es el capítulo de la filosofía que estudia la belleza, analiza la percepción de lo bello y procura hallar su esencia. Determinar que es bello y que no lo es, consiste en uno de los problemas centrales de la estética y a lo largo de los años muchos pensadores dedicaron tiempo al asunto. Una de las primeras discusiones de este tema se produce en el siglo V a.c. con Jenofonte, y allí se establecieron tres conceptos de belleza distintos, la belleza ideal, que se basa en la composición de las partes, la belleza espiritual, que refiere al reflejo del alma que puede verse a través de la mirada y la belleza funcional, que atiende la funcionalidad de las cosas.
LAS ANTIGÜEDADES
Luego están las antigüedades, término que también surge de una convención. Bajo esa denominación consideramos especialmente a los objetos que sobreviven al pasado, esto es que cuentan con los años suficientes como para dar testimonio de otras épocas. Por lo general se establecen los cien años como tiempo suficiente, pero importa saber que habida cuenta de la velocidad con la que se suceden las épocas en nuestro pasado reciente, este criterio se debe revisar. La obsesión por el futuro que viene definiendo a nuestras sociedades de un tiempo a esta parte puede entenderse como una respuesta a la velocidad con la que vivimos. El futuro es una suerte de lienzo en blanco sobre el cual intentamos instalar nuestros deseos y anhelos que generalmente devienen, como afirma Milan Kundera, en la atención a la necesidad de modificar el pasado, recreándolo en otros formatos. Kundera lo compara con un laboratorio de fotografía y entonces se trata de un nuevo revelado para la misma imagen, esta vez con un cuadro modificado y adaptado. En todo caso lo cierto es que todo, absolutamente todo lo cierto está en el pasado. Y ese pasado aparece cargado de objetos que en realidad no nos son imprescindibles, no necesitamos de muebles u objetos para vivir, pero esos muebles y esos objetos son la cultura que le dan sentido y significación a nuestra vida. De hecho, a diario vamos generando objetos que reflejan nuestras inquietudes, resignificamos y asignamos valores, nos rodeamos de ellos creando, al decir de Munari, ese jardín de las cosas que establecen el escenario para nuestras vidas. Y al hacerlos, también generamos las antigüedades del futuro.
UN NUEVO ESPACIO, UN VIEJO DESAFIO
En tiempos de pandemia, Jorge, hijo de Daniel Karausz uno de los primeros anticuarios del Montevideo del siglo pasado, encontró en Federico Buker y su esposa Valeria Britos, un aliado para retomar el camino y mantener el espacio dedicado a la promoción y difusión de los valores de la belleza y el buen gusto a través del tiempo. Es debido a la intervención del matrimonio Buker, empresarios y coleccionistas, amantes de las antigüedades, que KARAUSZ ANTIGÜEDADES retoma con los bríos fundacionales su papel social y cultural en nuestro país. Y lo hace con un programa de trabajo que se sustenta conceptualmente en la plena vigencia del diseño original para dar sentido a todo lo que ha llegado después. El programa de trabajo de KARAUSZ supone generar el indispensable vinculo de este singular espacio, actualmente poblado de piezas de estilo, algunas de época, que dan cuenta de la cultura de los siglos XVI, XVII y XVIII, abriéndose hacia el siglo pasado y sus diseños clásicos, con los ambientes de la vida en nuestro tiempo, tal como afirma Jorge Karautsz, una sola pieza tiene el poder de transformar un ambiente por completo, sea de trabajo o del hogar…
Federico Buker considera que la capacidad de una antigüedad para trasmitir elegancia y status se mantiene inalterada por eso además de coleccionistas, ahora piensan en captar la atención de diseñadores e interioristas, arquitectos, ya que, las nuevas generaciones valoran mucho el espacio y buscan un estilo ecléctico que contraste e integre elementos contemporáneos con la tradición…
LA COMPOSICIÓN DEL ESPACIO
Juan Carlos Areoso Usher, responsable del carácter estético de la nueva tienda, que opera además como asesorenestanuevaetapadelviajequeemprenden KARAUSZ y BUKER, define la campaña como un proceso de análisis y búsqueda en torno a la idea de la composición del espacio en que vivimos, esto es la naturaleza de los objetos que incorporamos a los escenarios que habitamos, tanto en lo residencial como en lo profesional, laboral y también en los destinados al ocio, el espacio se compone a partir del relato que cuenta acerca de nosotros y nuestra vida, de las inquietudes y anhelos con los que vivimos. Se trata del resultado de ese guion que es necesario preparar al enfrentar la resolución de cualquier espacio. Entonces estas piezas aportan vitalidad y sentido a la historia, a nuestras historias…
Lo del título, a veces, las cosas cuentan cosas…
- REDACCIÓN DIEGO FLORES
- FOTOGRAFÍA NICO DI TRÁPANI