La casa como manifiesto: la visión de Eric Egan

Por Ramiro Colinet

En una época donde los espacios parecen homogeneizar bajo la lógica de la eficiencia y el mercado, hay diseñadores que resisten con belleza. Eric Egan, nacido en Chicago y profundamente arraigado en la tradición italiana, es uno de ellos. Para Egan, la casa no es solo un espacio funcional: es una narración viva, un manifiesto personal que combina historia, arte y sensibilidad. Formado académicamente entre la Universidad de Brown, el Politécnico de Milán y la Parsons School of Design. Su trabajo con grandes nombres del diseño y la moda se entrelaza, desde el inicio, con una búsqueda íntima por lo auténtico.

Un manifiesto Italiano en primera persona

“Encontré este apartamento con vistas a la Piazza Castello de Milán hace casi 20 años, completamente por casualidad.  Siempre me habían gustado los majestuosos edificios de esta plaza, que rodean el histórico Castillo Sforza y el Parco Sempione, y esperaba vivir allí algún día. En mi estudio, L’Artigianato, restauramos y damos nueva vida a hoteles históricos europeos. A lo largo de los años, he transformado este apartamento, que al principio era un lugar bastante triste y desolado, en mi refugio personal en el mundo, una suite de hotel, por así decirlo. Esculpido en lo que fue el ala de servicio de un apartamento mucho más grande, este espacio me atrajo por su sentido de posición y llegada. Una serie de aberturas arqueadas crean una enfilada que conduce de la entrada del apartamento a la biblioteca, donde guardo una parte de mi colección de libros sobre historia del interiorismo, fotografía, arquitectura, coches, ropa y todo lo que me interesa.  Escondidos en el camino hay un baño de invitados y una pequeña cocina, adecuados para un pied-a-terre y acordes con la idea de la suite de hotel.” La elegancia en los espacios de Egan no es ostentación, sino coherencia. No busca el impacto inmediato, sino la resonancia duradera. Sus interiores se sienten vividos, aunque estén recién inaugurados. Se intuyen como herencias y también como promesas.

Inicios de un Manifiesto en Uruguay

”Aunque este apartamento refleja muy bien mi vida y mi estilo aquí en Italia, tengo la suerte de vivir dos vidas en una.  Estoy casado con Diego Cuña, un uruguayo radicado en Este del país. Ahora dividimos nuestro tiempo entre Milán y Punta del Este, donde vivimos durante la semana en un apartamento de los años 50 con vistas a la Mansa y al Puerto, y los fines de semana en José Ignacio.  Me encanta vivir en la playa, y con sólo cuatro horas de diferencia horaria entre Italia y Uruguay, puedo trabajar desde Punta varios meses al año.   Recientemente hemos abierto una oficina en Uruguay y queremos desarrollar nuestro trabajo en Sudamérica desde esta base.”

En un mundo que empuja al olvido y a la producción en masa, Egan elige detenerse, mirar atrás y traer al presente los saberes antiguos con una sensibilidad moderna. Esa es quizás su mayor declaración: que la casa, cuando es pensada desde el arte, se transforma en un manifiesto del alma.

Imágenes por Marco Bertolini

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