El proyecto de Sofía González se apoyó en la riqueza espacial propuesta por una planta singularmente generosa. Integrada plenamente al paisaje circundante cargado de verdes y con vistas increíbles, la casa ubicada en uno de los lotes de Mirador de La Tahona, ofrece humanidad, comodidad y encanto.
Esta vivienda ubicada en Barrio Mirador de La Tahona es una obra que por su integración con el contexto y por la manera en que su arquitectura logra comprender y desarrollar vínculos entre el exterior y el interior, se sumerge en la trama propuesta por la urbanización y se mimetiza naturalmente con el entorno. El proyecto del edificio es de los arquitectos Carlos Ravecca, Nicolás Montaño y Matías Artagaveytia, estudio de arquitectos jóvenes con gran experiencia en proyectos residenciales en urbanizaciones descentralizadas.
“No tengas nada en tu hogar que no tenga un uso o que no creas que es bello», Sofía González, profesional de interiorismo, se tomó al pie de letra la sentencia de William Morris. Los trabajos de Sofía logran captar en esencia espacios que reflejan carácter y personalidad, enfatizan el temperamento enérgico de su interiorismo.
En esta casa, la diseñadora trabajó a partir de una caja contenedora particularmente rica, con luz natural que inunda los ambientes y con situaciones singulares que apelan a la modernidad desde la estructura. Es el caso del living principal, con su cubierta de plano inclinado que genera aberturas en la unión del techo con la estructura. El pavimento revestido en madera en tonos chocolate, las cortinas convencionales combinadas con venecianas con sistema rollers al tono y el color dispuesto para las paredes aprovechan al máximo la riqueza espacial propuesta por la habitación. A partir del color, Sofía logró generar una atmósfera vital. Los muebles, sofás y butacas tapizadas en cuero, con almohadones de pana y velour, una gran mesa de centro conformada por una pieza única surgida de un corte singular (pieza importada de Bali) establecen un perímetro ideal para el diálogo, la lectura, la contemplación, la vida en casa.
El living principal de la casa está dividido sutilmente por dos niveles, el estar principal es cómodo y espacioso. La decoración gira en torno al hogar, donde la selección de texturas nobles armoniza con el espacio y logra intervenir en sintonía, en cuanto a la división del ambiente con el comedor, este queda integrado a la cocina que se resuelve con un único mueble tipo barra que lo contiene. El estar diario está concebido a partir de una gran mesa de madera que enmarca al hogar, logrando así la distribución visual de los espacios que componen las distintas situaciones en un solo ambiente.
En su interior, todos los ambientes de la casa se entregan a la fachada y se integran al jardín, donde predominan los distintos colores que ofrece la naturaleza del barrio.
El ambiente principal de la casa, donde transcurre la vida social de los habitantes, nos recuerda constantemente donde estamos. Las grandes aberturas integran los espacios interiores con los exteriores y fortalecen las visuales al paisaje natural.
Un gran pasillo nos lleva a los ambientes privados de la casa. El dormitorio mantiene el mismo criterio de pureza en sus tonalidades con el resto de la casa. En el dormitorio principal, la caída del cielorraso le asigna mucho carácter y espacialidad a la situación propuesta en el interiorismo. Se mantiene la firme presencia de la madera y el vínculo constante con el exterior.
Todo proyecto residencial consta de dos vidas, la que proponen los habitantes y la que aporta quien interviene en su espacialidad; Sofía logró con su trabajo una esencia especial que transformó para bien la vida de los habitantes de esta casa.
Fotografías José Pampín