Situada en medio de un bosque de pinos, la intervención del arquitecto José Luis André busca la conexión con el entorno y el vínculo con el calmo lago al fondo. Tanto el lugar de implantación como los materiales naturales fueron claramente su inspiración al momento de diseñar las fachadas, así como también los interiores de la vivienda, que se visten en un estilo rústico. El lago es el estructurador de la casa, a donde se vuelcan todas las vistas. Así, la volumetría quebrada de estilo colonial permite que todos los ambientes se abran al exterior, integrando la naturaleza a los distintos espacios, absorbiendo la paz que el entorno transmite.
La ampliación a cargo del arquitecto fue diseñada para una joven pareja y su entonces única hija, con su proyecto de duplicar la familia, por lo que debía incluir distintos ambientes, versátiles y cómodos. La vivienda cuenta entonces con espacios que fluyen y se relacionan generando más o menos privacidad, intervenidos por el interiorista Hassen Balut, quien deja su impronta en diseños neutros y cálidos.
Las antiguas butacas retapizadas en terciopelo color terracota dan un toque de color al estar que se organiza en torno a una de las importantes estufas revestidas en piedra.
Con distintas terminaciones, colores, estilos y funciones, la madera se convierte en la protagonista de la casa. En los espacios de estar, living y escritorio, las importantes vigas del cielorraso definen los ambientes acentuando verticalidad u horizontalidad.
La gran mesa de comedor es una de las piezas icónicas del interiorista. Su terminación perfecta, de cuero tratado, se extiende por toda la superficie, en un tono que hace juego con las piedras que revisten la pared del fondo. Junto a esta, unas sillas de diseño, con aristas redondeadas y cuero color camel, terminan de ambientar el espacio.
En la cava, espacio íntimo del hombre de la casa, se acentúa la utilización de la piedra. Sobre una de las paredes, un mueble iluminado por detrás soporta la reserva de bebidas.
Una isla en madera y mármol gris es la protagonista de la amplia cocina. La iluminación fue especialmente pensada para generar un ambiente agradable en un espacio de reunión inusual.
Los pisos de madera natural se caracterizan por sus marcadas vetas. Los encuentros en diferentes sentidos son el recurso utilizado por el arquitecto André para generar las transiciones entre los distintos espacios, evitando los cambios de pavimentos.
En el dormitorio principal, una robusta pared de piedra se emplea de respaldo de cama y separador entre el área de descanso y el vestidor. Los tres grandes ventanales que conforman una U inundan el ambiente de luz natural. En los demás cuartos, los colores neutros continúan caracterizando los espacios, mientras se incorporan toques de colores pastel como el rosado y celeste.
Los distintos decks de madera de curupay se distribuyen a lo largo del espacio exterior de la casa generando diferentes situaciones y espacios de reunión. Así, uno orienta sus vistas al lago, otro bordea la piscina y un tercer deck queda inmerso en el lago como un muelle de admiración. Sobre el principal, un juego de mobiliario antiguo se organiza en torno a una gran estufa a leña exterior, creando uno de los espacios más privilegiados de la casa.
Fotografías José Pampín