Por Juan Flores
Hace ya un tiempo su nombre se asocia a la fotografía artística y para todos quienes tenemos interés en el tema ya es una referencia ineludible. Su trabajo, tanto en fotografía como en post producción fotográfica, llama la atención, logra con frescura y mucha dedicación miradas y gestos donde la elegancia, destino tan esquivo, establece un rango diferencial. Tali Kimelman es fotógrafa, pero también se expresa a través de la fotografía, con lo cual es necesario reconocerla como autora.
Conocerla confirma aquella idea de que uno es lo que hace. Así como sus fotos, Tali resulta ser cálida y complejamente simple; nada de lo que dice o hace es casual, todo en ella tiene sentido. Sorprende su formación académica, es ingeniera de sistemas; sus primeros contactos con imágenes fueron a través de resonancias magnéticas cuando, con 24 años, realizaba en Chicago un master en Ingeniería Biomédica. Para entonces no imaginaba su carrera en el mundo de la fotografía, aunque sí transitaba con incierta seguridad su carrera en el complejo y fascinante mundo de la ingeniería. En un viaje a Japón en el año 2004, Tali Kimelman toma fotos por primera vez con una cámara digital. “En mi viaje a Japón me compré una cámara digital básica, hace poco estaban en el mercado, y fue mi primera experiencia sacando fotografías”. Desde aquel Japón y aquella cámara básica nada fue igual en su vida; despertaba y con furia la vocación dormida con la que Kimelman transitaba por el mundo.
“Al principio, mi padre (el arquitecto Ernesto Kimelman) me quería matar, imaginate, Ingeniera de Sistemas con master en Biomedicina y le digo que quería ser fotógrafa. Pero por suerte mi familia me apoyó muchísimo. Al principio me dediqué especialmente a la post producción, dada mi formación académica era un lenguaje que dominaba a la perfección y me resultaba de fácil ejecución. Por supuesto, una vez que decidí que lo mío era la fotografía comencé a formarme y aprender todo lo que podía, estudié y me formé desde entonces. ¡Sigo aprendiendo! Es un mundo fascinante y muy cambiante. Saqué y aprendí con cámaras de 35 milímetros, revelé rollos, hice todo el viaje”.
Luego de trabajar en revistas locales y en el mundo de la publicidad, Tali fue transitando su camino en el mundo profesional. Catorce años después de aquel viaje a Japón, sus trabajos se publican en medios como la revista National Geographic, el New York Times o la icónica revista inglesa Monocle.
“Mi camino se inicia en mi obsesión por los detalles, buscar la perfección… A través de la post producción fotográfica aprendí muchísimo. Los detalles para mí son muy importantes y por medio de esta herramienta fui aprendiendo muchas cosas en esa búsqueda”.
Autodidacta, inquieta, en Tali conviven el rigor y la dedicación del viejo mundo en franco diálogo con la frescura del nuevo universo digital. Desde el año 2010 participa en muestras colectivas e individuales. En el año 2016 comenzó un proyecto que consiste en relevar visualmente el Arboretum Lussich en Maldonado, para el cual ganó los Fondos Concursables para la Cultura 2017 y que desarrolla durante este año 2018. Titulado Baño de Bosque, el proyecto delata una sensibilidad especial por la naturaleza y sus misterios.
“Baño de Bosque —o shinrin-yoku en japonés— es una práctica que consiste en dar paseos entre árboles, concentrando la atención en los sentidos: percibir el aroma de las flores y la tierra húmeda, oír el canto de los pájaros, observar cómo la luz cambia el paisaje con el paso del tiempo, sentir el calor del sol y la frescura de la sombra. Descansar, respirar, contemplar. Dejar de pensar para sentir. Es utilizada en Japón y Corea para combatir la depresión: la recetan los médicos en lugar de medicamentos, y hasta está cubierta por los seguros médicos. Varios estudios científicos demuestran que ocurren cambios psíquicos y químicos en las personas que lo practican”.
El trabajo para Tali no es tal. La pasión y entusiasmo que reglan su vínculo con la imagen solo pueden entenderse a partir de ese compromiso que se traduce en un sentido de vida. Su flanco artístico corre en las venas, la vinculación familiar por el mundo de las artes plásticas y el rigor con el cual emprende la tarea sostienen en la práctica al talento que en ella opera como una fuerza de la naturaleza.
Fotografías Tali Kimelman