El sueño hecho arquitectura. The Edge

Hay proyectos que nacen como una intuición apenas esbozada, un destello que parece improbable, y que con el tiempo —y la obstinación de quienes creen en él— se convierten en un manifiesto arquitectónico. The Edge pertenece a esa estirpe de sueños que se resisten a la modestia. Seis años atrás, alguien imaginó un edificio que no fuera simplemente un contenedor de vidas, sino un gesto que enriqueciera el paisaje de Montevideo y, al mismo tiempo, propusiera un salto cualitativo en materia de diseño, construcción y experiencia de habitar. Hoy esa visión comienza a tomar forma sobre la Rambla de Carrasco: ocho residencias únicas, pensadas para un público reducido, casi secreto, que comparte la misma pasión por el diseño, la calidad constructiva y, sobre todo, por esas experiencias que permanecen grabadas en la memoria como una emoción estética.

Una alianza improbable

Los desarrolladores, fieles creyentes en la cultura de la autenticidad y en la originalidad como filosofía de vida, decidieron que el desafío debía ser abordado con audacia. Convocaron entonces a dos firmas que representan lo mejor de dos mundos: Ponce de León Architects, la sensibilidad uruguaya de Carlos Ponce de León, y Foster + Partners, el estudio inglés encabezado por Norman Foster, acaso el arquitecto vivo más célebre del planeta. El encuentro entre ambos equipos no fue fortuito: la ambición de innovar y la convicción de que el diseño puede ser un acto de arte y de futuro los unió en una colaboración inédita. Respaldados por Betalba Capital, The Edge comenzó a perfilarse como un proyecto que trasciende la categoría de “edificio” para situarse en el terreno de los manifiestos urbanos.

Voces que definen un ícono

“Fue un orgullo y un privilegio trabajar con profesionales de esta talla”, confiesa Federico Ravera, desarrollador del proyecto. Y no es una exageración. Desde su génesis, The Edge fue concebido como algo más que una “cáscara bonita”: la búsqueda se orientó hacia la creación de un objeto arquitectónico original, capaz de dialogar con la ciudad y el paisaje.

Para Juan Frigerio, socio de Foster + Partners, la clave reside en la pasión: “La ambición de hacer algo nuevo, superador. Crear espacios de dimensiones y visuales perfectas, que inviten a un bienestar cotidiano”. Carlos Ponce de León, por su parte, subraya el respeto por el entorno: “The Edge se integrará al paisaje costero, preservando la morfología residencial y la franja ambiental. Será un manifiesto arquitectónico para la Rambla de Montevideo y, en definitiva, para la imagen del país”.

Cada residencia, distinta en disposición y metrajes, fue diseñada como una pieza singular. Todas disfrutan de la doble orientación norte-sur, lo que asegura luz y vistas durante todo el día. Techos de tres metros de altura, núcleos de ascensores independientes, cuatro plazas de parking por unidad más una de cortesía, boxes y servicio de concierge y valet 24 horas son apenas la superficie de una experiencia pensada hasta el último detalle.

En las unidades superiores, un acceso privado conduce al rooftop: jacuzzis individuales, kitchenette y baño privado abren la posibilidad de un lujo discreto frente al horizonte del Río de la Plata. Las cocinas Bulthaup, los electrodomésticos Miele y la grifería diseñada por Foster + Partners completan una atmósfera donde el diseño se convierte en placer cotidiano.

Los amenities responden al mismo espíritu: piscina climatizada, gimnasio con vistas al jardín, sauna, y un Garden Lounge concebido como refugio contemporáneo dentro de un paisajismo de acento británico. Allí se encuentra también la “summer kitchen” y un living exterior con fire pit, escenario ideal para celebrar la amistad y la intimidad en torno al ritual de la barbacoa.

El cono invertido: corazón de cristal

Pero el gesto más audaz —y acaso el más poético— es la estructura de cristal veneciano que atraviesa el edificio en forma de cono invertido. En su base, en el lobby, un árbol se eleva hacia la luz, convirtiéndose en metáfora de crecimiento y transparencia. “Es un oasis urbano, un núcleo espacial que articula la relación entre mar y jardines, entre lo público y lo privado”, explica Ponce de León. Frigerio lo define como “un espacio mágico, una pieza de arte en sí misma”.

La elección del lugar no fue casual. Carrasco, concebido en 1912 por el paisajista francés Charles Thays, nació como balneario aristocrático y terminó convirtiéndose en el barrio más exclusivo de Montevideo. Sus avenidas arboladas, su cercanía al mar, su historia marcada por el emblemático Hotel Casino —hoy Sofitel— lo convierten en el marco perfecto para una obra destinada a redefinir el paisaje.

Un legado

The Edge no es solo un edificio de lujo. Es una declaración de intenciones: la posibilidad de que la arquitectura, cuando se asocia con el arte y el diseño, logre emocionar, inspirar y proyectar una nueva imagen de país. Es, también, una inversión con valor simbólico y tangible: residir allí significa habitar un fragmento de futuro.

Quienes elijan vivir en The Edge no adquirirán únicamente un hogar, sino una experiencia estética, una obra de arte habitable que se inscribe en la tradición más refinada de la arquitectura contemporánea. En sus balcones, en su cono de cristal, en la transparencia que deja ver el mar y los jardines, late la certeza de que algunos sueños —cuando se persiguen con tenacidad— pueden convertirse en patrimonio.

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