Por Sofía Etchelet

Ubicada en los adentros de José Ignacio, esta chacra, diseñada por los arquitectos Gerardo y Javier Gentile, nos envuelve con su atractivo paisaje y con su aire campestre. Una casa adaptada para disfrutar todo el año, ubicada estratégicamente en el punto más alto del terreno, permite capturar por completo el paisaje, donde no tan lejos se deja ver la laguna de José Ignacio.

Desplegada en una sola planta, las grandes ventanas que identifican cada ambiente de la casa se roban todas las miradas. El piso de baldosas de hormigón rojas proporciona cierta rusticidad fina y delicada que acompaña por completo otros elementos tradicionales empleados, como la madera y la piedra, logrando ambientes acogedores que se integran totalmente al entorno. El color blanco que predomina en paredes y sofás contrasta con coloridas mantas de lana que invitan al descanso. El área social amplia y abierta es enmarcada por una galería que la recorre en toda la fachada principal, donde se dejan ver el jardín y la piscina. El living se distribuye en dos sectores, uno de ellos, podría decirse el principal, enmarcado por un gran hogar de piedra que contiene a sus lados los sillones, y una mesa de centro de madera rústica entre medio. El sector siguiente es algo más íntimo, pero abierto al espacio, se conecta de forma directa con el jardín a través de sus amplios ventanales. El comedor, diferenciado del living por encontrarse en otro nivel, contiene una mesa de madera para diez comensales, de aire campestre, y en las cabeceras, bancos con respaldo para aprovechar mejor el lugar. Una araña con brazos en hierro negro y con seis tulipas cada uno acompaña el ambiente de rusticidad creado. A un lado más alejado de la mesa, una torre de piedra contiene el gran hogar. Unos asientos de obra con colchones ofician como sitio de reunión para antes o después de acercarse a la mesa.

Fotografías José Pampín