Diego Lev: Iluminando el Arte y la Publicidad con Pasión y Creatividad

…Lo mismo que una piedra fosforescente en la oscuridad pierde toda su fascinante sensación de joya preciosa si fuera expuesta a plena luz, la belleza pierde toda su existencia si se suprimen los efectos de la sombra… Junichiro Tanizaki (El elogio de la sombra, 陰翳礼讃, 1933)

La primera semana de diciembre despuntó sorpresiva. Convocado a una reunión singular en la que más que despedir el año se celebraba la vida, la amistad, se trataba de la presentación de dos exposiciones con obra reciente de Diego Lev y de Giorgio Carlevaro. En algunos estudios de arquitectura suelen ocurrir acontecimientos mágicos, como definir de otra forma la creación de envolventes espaciales para habitar, pero esa noche en Kopel Sánchez la magia fue bastante más allá. El largo centenar de asistentes, entre el que me encontraba, pudo acceder a manifestaciones tan humanas como el respirar, que la contemplación del arte tiene en sí misma esa condición, y entre el vigor pétreo de la obra de Carlevaro y la encantadora delicadeza de las piezas de Lev, el tiempo se detuvo para enseñar profundidades sondables y revelar sentimientos de profunda humanidad.

Conocí a Diego Lev hace más de veinte años en su papel de Director de la Agencia de Publicidad Notable. Desde entonces sabía de su pasión por la literatura y por el arte, de su inquietud cultural y de sus logros profesionales, es uno de los Directores Creativos de publicidad con mayor prestigio en la región. Pero no había profundizado en su faceta artística y ahora debo compartir con Ustedes mis reflexiones al respecto. Es un artista plástico debido a que no tiene elección. Su necesidad de expresar sentimientos comenzó con la literatura que pronto se viosuperadaporlaapelaciónaotrolenguajedondela espontaneidad materializa con mayor contundencia aquello que su mente y su alma deben contar. Aun así y tal vez sin proponérselo hace ya unos años inició la búsqueda de su propia voz en el lenguaje plástico en el que se siente particularmente cómodo, más allá de las limitaciones técnicas que confiesa, tal vez exagerando ligeramente esa humildad natural que lo define como ser humano.

La producción de Lev se genera en series y la que ahora nos ocupa, la más reciente, está concebida en papel japonés y es tridimensional. Juega con ligeras estructuras de madera de raulí, los viejos palitos maqueteros y en un caso alcanza mayor volumen y pasa al bronce en un formato mayor.

La delicadeza de estas piezas protegidas por cajas de vidrio habla de humanidad contenida y en el ejercicio de abstracción que propone cuenta historias que habilitan la participación del espectador. Son disparadores que operan con el peso de la frase… había una vez… y así resulta inevitable que nos apropiemos del relato para hacerlo propio. Escaleras que no conducen hacia ninguna parte de golpe adquieren categoría de puente, los planos que se superponen, con la delicadeza franca y sencilla del papel japonés, refieren a luces y sombras y exaltan el valor de la penumbra, circunstancia en la que todo es distinto.

…descubrir el mundo de Nelson Ramos, cuando era adolescente, supuso para mí un punto de inflexión. Recuerdo que en mi primera visita, luego de conversar con él, me entregó una cartulina y crayolas y me puso a dibujar. No sé si fueron dos, tres o cuatro horas, lo cierto es que me atrapó de tal manera que al terminar sentía flojas las piernas, temblaban mis brazos y me sentía agotado. Fue en ese momento y en esas circunstancias que decidí quedarme allí y así fue, durante años asistí a su taller donde las clases pasan por otro lado y en todo caso forman desde otro lugar. La técnica por supuesto, pero antes, la honestidad y el compromiso con el relato…

Diego es el resultado de una fabulosa combinación cultural, que integra las culturas de Polonia, Lituania y el Río de la Plata. El hijo de Monis y Diana, nieto Jaime y Masha, Asaracicius y Myriam, esposo de Adriana, hermano de Sandra, padre de Manuel y Joaquín y tío de Ariel, tercera generación nacida ennuestropaís,viviósusprimerosañosenPocitosy luego en Villa Biarritz. Es judío y budista. Y estoico. Es esencialmente un hombre bueno cuyo talento lo lleva a cultivar las virtudes sin aspavientos y con la contundencia de la luz y de la sombra. La pasión por Oriente tiene que ver, sin dudas, en sus orígenes familiares y su inquieto perfil cultural. Su pasión por la lectura despunta temprano y apenas niño descubre la magia de los mundos posibles con las lecturas primero de revistas y luego cuando adolescente con las novelas donde junto a los clásicos aparecen los autores del realismo mágico latinoamericano. Y desde entonces comienza a viajar por el mundo que encuentra en cada texto, no deja de leer, de hecho su primer gesto fue inclinarse hacia la literatura, intento en el que seguramente solo faltó insistir, se detuvo en la redacción publicitaria, en la que destaca con singular talento, y en la narración en el lenguaje plástico que por alguna razón le ha resultado más natural.

El trabajo con el lenguaje plástico no lo alejó totalmente del mundo del lenguaje escrito, tanto así que el objeto libro y el soporte papel son presencias esenciales en su obra. El idioma que ha comenzado a esbozar es propio y si bien guarda algunas referencias que ahora me llevan a pensar en otros autores, con cada serie se acentúa en el gesto de profunda y respetuosa intimidad que propone. Es abstracto, nació abstracto y eso no supone la decisión de un atajo sino que es producto de su otra gran condición, es un obsesivo observador del arte en todas sus manifestaciones, circunstancia que sumada a una cuestión generacional le ha permitido obviar la figuración para abordar de lleno el mundo de la forma cruda que en su obra está impregnada de contenido. Cuenta historias y reafirma el carácter conceptual de la abstracción.

Libro es un poemario. El escritor que no fui y el escritor que (apenas) pude ser. Páginas hechas de libros desahuciados, restos de obras inconclusas, papeles y pintura. Fue concebido durante los años 2015 y 2016.Algunas de sus palabras fueron elegidas a conciencia. Otras brotaron de la escritura automática. Librando. Buscando (anhelando) coincidencias, encastres, la lógica última de las cosas: sentido. Los hechos que lo inspiraron, tan reales entonces, parecen hoy ficción y bruma. Revelarlos no es importante: cubrirían el espejo; atarían un ancla en la imaginación del lector. Texto que presentara la exposición Libro, en el año 2017.

Para el ejercicio del arte, como para escribir o manifestarse de cualquier forma el único requisito es tener algo para contar. En el caso de Lev su narrativa transcurre entre retazos de papeles de distintos tamaños y formas, que se superponen generando capas y espacios entre esas capas, atrapan la luz y trabajan con ella, generando luces y sombras y procurando ese espacio intermedio entre ambas que llamamos penumbra. El sustento conceptual de la obra de Lev está profundamente influenciado por la cultura japonesa, a la que adhiere con singular vitalidad.

… mi primer viaje a Japón fue cuando la luna de miel. Con Adriana, mi esposa, compañera y cómplice, optamos por ese destino que hace 28 años era más exótico aún que hoy. Nos llevó la curiosidad y una experiencia previa. Cuando adolescente y a propósito de mi estadía en Israel, en vacaciones decidí unirme al grupo de compañeros que viajaba a Tailandia para unas pequeñas vacaciones. Ese fue mi primer contacto con la cultura oriental. Me sentí como en casa, todo me resultó tan natural que en realidad más que sentir las profundas diferencias culturales, las asimilé espontáneamente. La experiencia luego se repitió en la India, a la que visité en dos oportunidades. Pero en Japón todo aquello alcanzó el clímax ideal. Visité museos y templos y allí descubrí el Budismo Zen que si bien nace en China se desarrolla en Japón. Mi contacto con esa cultura fue de alto impacto, tanto como para empezar a leer literatura japonesa clásica, llegué a la literatura medieval japonesa, descubrir la poesía y así comencé a entender al mundo desde otro lugar. Y uno de los autores que más me ha influenciado es Junichiro Tanizaki, que con su obra El elogio de la Sombra, me ayudó a trabajar con la luz y con la sombra a descubrir las veladuras de la luz y la profundidad de las penumbras, a conocer la fascinación de ese momento que sucede cuando estamos entre dos luces…

El elogio de la sombra es un manifiesto sobre la estética japonesa escrito en el año 1933. En él se argumenta que en Occidente la belleza siempre ha estado ligada a la luz, a lo brillante y a lo blanco, y que lo oscuro, lo opaco y lo negro siempre han tenido una connotación negativa. Sin embargo, argumenta, en Japón la sombra no tiene una connotación negativa y es considerada como parte de la belleza. A lo largo del libro explora la relación entre la sombra, lo tenue, el contraluz, en la cerámica japonesa, los tokonomas, la construcción de las viviendas, de las lámparas, de la tinta china y del vestuario del Nō, entre otros aspectos, y cómo la penumbra enaltece la belleza de los diseños japoneses. En este ensayo Junichirò Tanizaki va desarrollando con gran refinamiento esta idea medular del pensamiento oriental, clave para aprender a apreciar el aspecto antiguo del papel o los reflejos velados en la pátina de los objetos; para prevenirnos contra todo lo que brilla; o para captar la belleza en la llama vacilante de una lámpara y descubrir el alma de la arquitectura a través de los grados de opacidad de los materiales y el silencio y la penumbra del espacio vacío. Este texto, las ideas que trasmite aparecen veladamente en la obra de Lev que propone un juego en el que el proceso creativo es por momentos la obra misma, el resultado entonces, aquello que llama nuestra atención, es la síntesis de aquella idea que evoluciona hasta ser forma y proponer un dialogo en el que la abstracción prescinde de su faceta estética para alcanzar niveles de profundidad singulares.

Lee la nota completa en la Revista Ayd Nro. #318

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