Constructivismo moderno, Raúl Púa

Raúl Púa es un artista plástico uruguayo de mediana edad. Camina tranquilo, habla despacio, piensa lo que dice y dice lo que piensa. Es amable, hospitalario y certero en su hablar; mientras nos recibe en su taller, luego de mostrarnos cada detalle de su cálido lugar de trabajo, nos invita un café y mientras nos muestra sus obras comienza a hablar de su camino en el arte.

“A mi hermano mayor siempre le gustó dibujar, y yo, siendo niño, me pasaba las tardes mirando cómo invertía su tiempo copiando comics. Decidí seguir su ejemplo…Toda mi vida dibujé, desde niño, pero también siendo adolescente. Y fue en esta etapa que me di cuenta que era algo que de verdad me gustaba hacer. En este  período de cambios, donde por lo general uno renueva los hábitos, nunca dejé de dibujar hasta que esta actividad se afirmó en mí y creo que fue porque descubrí que me daba alegría. Cada vez que regalaba un dibujo, la persona lo recibía con agrado y eso generaba cosas buenas en mí. Fue entonces cuando decidí reforzar mis conocimientos en cuanto al dibujo, me anoté en una escuela donde aprendí cosas que me dejaron mucho y me ayudaron a definir mi camino como artista. Al cumplir 18 años me anoté en la UTU y tuve como profesora a Anya Martínez, a quien debo mucho. Los próximos dos años en esta escuela los hice de la mano del profesor y artista Pedro Rodríguez, escenógrafo y excelente pintor. Me invitó a pintar telones de sus escenarios, telones de gran tamaño que me hicieron ver que verdaderamente tenía potencial como artista. En ese período, corto pero intenso, aprendí no solo de pintura, sino también de escenografía, armado… Conocí a los maquinistas, el teatro Solís por dentro, pero sobre todo aprendí de mi profesor a ser un pintor en mi propia impronta, en mi vivir. Estudiando en la utu leí mucho sobre el renacimiento, el neoclasicismo,  con esto conocí un montón de artistas y obras fundamentales pero me quedé con el renacimiento. Los pintores como Caravaggio, Tiziano, Velázquez… Fue mi primer encuentro con la historia del arte y creo que lo supe aprovechar. Una vez que terminé de estudiar, estuve casi dos años yendo al taller de Pedro, de forma particular. Y fue una manera de trabajar distinta: yo pintaba de forma independiente, sin depender de él pero a la vez recibiendo críticas y correcciones, fui aprendiendo de esta manera la parte práctica, afianzando no solo la idea de ser un pintor, sino mis conocimientos y en cómo ser un artista de verdad, cómo resolver una obra y cómo presentarla.”

Me anoté en la Escuela de Bellas Artes, donde aprendí sobre muchas técnicas durante toda la carrera. Trabajábamos distintos materiales y herramientas, para conocer las distintas situaciones y opciones que pueden existir. Pero además de esto, aprendí un concepto esencial que es la estética, un concepto que en el ámbito del arte resulta ser fundamental. Esta palabra, que viene del griego, aisthetikê, significa ideal de belleza, nos permite definir el tiempo y el espacio, entender una gran cantidad de cosas del arte. Y es en este momento que experimenté la esencia de la palabra, lo que me ayudó a ubicarme realmente en el largo camino como artista plástico. Dentro de estos seis años de carrera, los primeros tres fueron para aprender, para conocer técnicas, experiencias con los sentidos, y entender también al arte. Uno entiende y logra pulir el concepto de la estética al estudiar mucho de historia del arte, no solo de manera literal, sino mediante el análisis. La idea es tratar de ver si sos capaz de lograr algo con lo que estás analizando. La escuela te da las herramientas necesarias para entender el arte. En el segundo ciclo de la carrera aparece Carlos Musso. Había que elegir entre distintos talleres, y uno de ellos estaba a cargo de Musso, así lo conocí. De inmediato me sentí identificado con su sensibilidad. Éramos muy pocos con él. Muy compañero, analizaba lo que cada uno trabajaba. Me aconsejó mucho, me recomendó pintores, me acompañó durante los tres años finales de la carrera, pero sobre todo, me sirvió de guía en esos años tan importantes de mi vida.

El constructivismo aparece en mí a partir de la visualización de una obra del artista español Manuel Pailós. Mi obra no respeta una de las reglas de oro del constructivismo que tiene que ver con las proporciones y el número áureo. En la última etapa de Torres él elimina esa obsesión y rigidez del número áureo, y de alguna manera aquello abrigó la culpa que en mi despertaba no respetar aquella regla. No uso muchas herramientas porque por momentos siento que entorpecen mi trabajo. Me tranquilizó saber que lo que hago es un constructivismo moderno, moderno por quebrar una de sus reglas fundamentales. Uso el ojo, es mi mejor herramienta. Tengo el concepto de que el arte tiene que ser completamente libre: tanto en su creación como en su técnica e historia. Uno no debe intentar seguir una regla sino ser libre, así es como se genera la obra de arte, libre, que sale de adentro; aunque claro está, es importante conocer y desarrollar las distintas técnicas que en definitiva brindan y dotan de herramientas y opciones al momento de crear. Hoy pinto con espátula y utilizo enduido con cola vinílica y pintura de piso. Se forma una pasta muy rígida que permite generar la textura que se puede ver en mis obras actuales. Siempre usé espátula como herramienta porque me permite ese gesto con relieve, que al tacto genera esa sensación arenosa. Frente al óleo, el enduido tiene un tiempo de secado mucho más rápido, con lo que se puede crear una obra con relieve en distintos tonos sin que se mezcle (el óleo, si lo utilizas empastado, termina mezclando los colores). Le da movimiento a la pieza, mas allá de la pincelada que le puede generar un ruido, el enduido permite la textura, la tridimensionalidad. Esto es un camino que estoy investigando y perfeccionando”.

La paleta de colores tiende a ser austera, con tonos bajos. Esto tiene que ver con el concepto minimalista que maneja el artista. Utiliza colores básicos, azul, amarillo y rojo. Le gusta ser austero y, si se quiere, primitivo en sus recursos y su lenguaje. El concepto de estética está muy presente en sus obras y su manera de entender el arte.

Pedro Rodríguez, su primer maestro, solía hablarle de cómo debía ser un artista plástico. Hoy, años después, Raúl asume una respuesta a tan difícil pregunta de antaño: un artista debe ser incansable, no debe parar nunca. “No me es posible evitar pintar, un pintor tiene como necesidad básica el pintar, algo así como respirar”.

Fotografías José Pampín

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