El último renacentista, Bruno Munari
En la biblioteca son varios los títulos que llevan su firma, para muchos es una reconocida referencia en el mundo del diseño. “Cómo nacen los Objetos” es de lectura obligada para estudiantes y profesionales que asumen su trabajo con la necesidad de contar con respaldo conceptual. Más allá de este perfil de cronista y crítico del arte y el diseño, Bruno Munari ha sido todo lo que necesito ser, diseñador gráfico, diseñador industrial, cineasta, escultor, pintor y por supuesto escritor. Y todo lo ha resuelto con gracia y talento singular, inaugurando vanguardias, anticipando ideas y conceptos. Movilizando al mundo alrededor de preguntas que sin excepción, además siempre contestaba. Este verano, las salas del MACA en Manantiales nos regalan la oportunidad antes impensable, de contar con una exposición de una de las facetas de este último renacentista, la del artista plástico. Imperdible.
Bruno Munari nació en Milán en el año 1907 y falleció, en su ciudad, en el año 1998, con lo cual surge claro que atravesó al siglo XX y al hacerlo, no pasó inadvertido. Considerado uno de los máximos protagonistas del arte, el diseño industrial y gráfico del siglo XX, su visión del mundo y de los elementos que al construir cultura lo conforman, definieron en buena medida al trabajo de los diseñadores de entonces y también de ahora. Nada de lo vinculado a la cultura le resulto ajeno o extraño, abordó el mundo de la pintura, la escultura, la cinematografía, el diseño industrial, el diseño gráfico, la escritura crítica, la poesía, la divulgación didáctica y desarrolló visiones muy potentes acerca del movimiento, la luz y el desarrollo de la creatividad y la fantasía en la infancia a través del juego. Su influencia en el mundo del diseño ha sido determinante, por esa razón es importante acercase a su obra, conocer esta faceta que ahora el MACA nos facilita. Bruno Munari es algo así como una interface que nos ayuda a comprender mejor aquello que ahora nos sucede a propósito de los elementos que conforman el mundo que habitamos.
Su infancia y adolescencia transcurren en Badia Polesine, regresa a Milán a los seis años de edad. En el año 1925 comienza a trabajar con un tío ingeniero y en el año 1927 conoce a Marinetti y accede al movimiento Futurista, participando en numerosas exposiciones. Tres años después, se asocia con Riccardo Ricas Castagnedi con quien monta un estudio de diseño gráfico que funciona hasta el año 1938.
Desde el año 1939 y hasta el año 1945 trabaja como diseñador gráfico en la editorial Mondadori y como director artístico de la revista Tempo. Es en esos años que comienza a escribir libros de literatura infantil.
El papel de Munari en el mundo cultural se desata temprano, iniciándose en el Novecento italiano donde comienza a trabajar junto a Lucio Fontana. Con el “perfectismo” domina la escena del arte milanés en las décadas de 1950 y 1960, primero y logra conmover al resto de Europa que rápidamente toma nota de su genio. Esos años, ferméntales para Italia, son escenario para una revitalización económica que da lugar, entre otras cosas, al desarrollo de la figura del artista y operador visual que convierte a Munari en asesor empresarial y le permite participar como protagonista del renacimiento industrial italiano de posguerra.
El joven Munari se muestra irreverente, inquieto y proactivo y es así que participa del Futurismo, movimiento en el que destaca por su ligereza y humor, y crea la Macchina Aerea (1930), obra que se considera el primer móvil de la historia del arte. También de esa época aparecen sus Macchine Inutili (1933). Y para finales de los años cuarenta funda el MAC, Movimiento de Arte Concreto que propone un punto de partida para las muestras abstractas italianas en una suerte de síntesis que incorpora la a pintura tradicional las nuevas herramientas de comunicación del momento con lo que logra conmover a los industriales y artistas de la posibilidad de integrar el arte y la técnica.
En el año 1947 presenta Cóncavo-convexo, una exposición que anticipa una respuesta a los ambientes negros de Lucia Fontana presentará recién en el año 1949 en la Galleria Naviglio de Milán. Una vez más anticipa respuestas para preguntas que aún no llegan. El arte comienza a explorar el fenómeno ambiental y el observador comienza a ser convocado para tomar partido. La experiencia deja de ser contemplativa para convertirse en un juego dinámico que convierte al observador en protagonista.
Su pasión por el cine lo lleva a trabajar mucho con cámaras fotográficas y a estudiar meticulosamente el fenómeno de la luz. En el año 1950 realiza la serie pintura proyectada que integra composiciones abstractas captadas en diapositivas y descompone la luz mediante el uso de un filtro Polaroid. Dos años después llegará la pintura polarizada que presenta en el MoMA en el año 1954 bajo el título Munaris ́s Slides. Es además considerado uno de los protagonistas del arte programado y cinético, pero destaca por la multiplicidad de sus actividades y por su gran e intensa creatividad en cada intervención. Toda la obra de Munari está concebida en función de la decodificación y de la búsqueda de la complicidad del observador-usuario. Esta inquietud lo lleva a investigar, ensayar y encontrar formas y métodos que le permiten muchas veces anticipar soluciones y conceptos. En los años cincuenta sus investigaciones visuales lo llevan a crear los Negativos – Positivos, pintura abstracta, obras en los que el observador es quien elige la forma del primer plano y la del fondo. En el año1951 presenta Macchine Aritmiche en las que el movimiento repetitivo de la máquina se interrumpe por casualidad mediante intervenciones humorísticas. De estos años son los Libri illeggibili en los que el relato es visual. En el año 1954 utilizando lentes Polaroid, construye objetos de arte cinético denominados Polariscopi gracias a los cuales es posible utilizar el fenómeno de la descomposición de la luz con fines estéticos. En 1953 presenta la investigación Il mare come artigiano recuperando objetos modificados por el mar, mientras en el año 1955 crea el Museo immaginario delle isole Eolie en el que nacen las Ricostruzioni teoriche di oggetti immaginari ), composiciones abstractas que limitan con antropología, humor y fantasía. En el 1958 interviene y moldea los dientes del tenedor, crea un lenguaje de señas por medio de Forchette parlanti y en el año 1958 presenta las Sculture da viaggio que constituyen una revisión revolucionaria del concepto de escultura, en las que su función monumental se transforma en objetos de viaje. En el año 1959 crea los Fósiles del 2000 que con sentido del humor crean una reflexión sobre la obsolencia de la tecnología moderna.
Cuando ya parecía agotada su capacidad de inventiva e investigación, Munari descubre en Japón un mundo nuevo. En el año sesenta comienza la serie de viajes que le permitirá profundizar en la cultura zen y descubrir el poder de la asimetría, el diseño, la forma tradicional japonesa. En el año 1965 diseña en Tokio la fuente a 5 gotas que caen en modo casual en puntos predispuestos, generando una intersección de las ondas, cuyos sonidos, capturados por micrófonos bajo el agua, son reproducidos en la plaza donde se encuentra la instalación.
Conocer a Munari es importante, profundizar en su obra supone atravesar al siglo XX desde un lugar distinto donde el espacio genera sensaciones que movilizan a todos los sentidos y la condición de espectador adquiere una connotación distinta.
Bruno Munari, el Artista
La exposición de las obras plásticas de Bruno Munari constituye uno de los puntos altos en la actividad del MACA, que con cada acción tonifica su posición en el circuito internacional del arte a la vez que lleva de la mano al país hacia ese ámbito donde el turismo cultural es cada vez más intenso. Entusiasmados con la presencia de Munari, autor que además seguimos desde nuestros inicios como diseñador y crítico de Diseño y Arquitectura y gracias a la gestión del Arquitecto Leonardo Noguez, accedimos al curador de esta muestra singular, Marco Meneguzzo, y a su texto curatorial, del cual extraemos algunos párrafos que ahora compartimos con Ustedes. En vida, Munari siempre se vio perjudicado por el carácter poliédrico de sus intereses y de sus proyectos, ya que vivió en una –época que exigía una suerte de especialización en una única disciplina –o artista o diseñador, no artista y diseñador- mientras que en las últimas décadas y casi como para resarcir a este tipo de personajes, se reivindica y se aclama a quienes, como él, encuentran acomodo entre varios territorios creativos. En este contexto una muestra centrada únicamente en el Munari artista puede parecer anacrónica, en el sentido de que no tiene en cuenta la dificultad de separar su actividad como artista del resto de sus proyectos….se debe pensar en Munari como artista pero sin olvidar el resto de su trabajo.
En la segunda mitad de los años treinta Munari pasa por una fase de experimentación interesante desde un punto de vista histórico pero abocado a agotar las posibilidades ofrecidas por la evolución de movimientos como la Pintura Metafísica o el Realismo Mágico (este último derivado del primero y fundamentalmente solo italiano) mientras que las tentativas gráficas como las portadas de la revista La Lettura, L ́Illustrazione italiana, el encarte del Almanacco (anti) letterario Bompiani 1936 parecen más innovadoras, incluso en un contexto internacional. Mantiene, sin embargo, su interés por la abstracción, un movimiento minoritario en Italia pero bastante pujante en Milán, donde la Galleria del Milione se convierte en punto de referencia para la abstracción italiana y donde se pueden ver de primera mano obras abstractas internacionales: es en esta galería donde Munari compra una pequeña obra de Wassily Kandinsky (probablemente de 1934, más difícilmente de 1938) mientras realiza obras geométricas abstractas como Anche la cornice (incluso el marco) en 1935. De hecho la abstracción es una constante en toda la actividad artística de Munari, antes y después de la guerra: la concibe como una forma de pensar la composición, sin implicaciones ideológicas. En otras palabras, Munari se siente libre de utilizar todos los medios a su alcance, incluidas las numerosas imágenes que el mundo moderno le ofrece a través de la fotografía o la tipografía, para combinarlos de la forma más “aérea”, es decir más “ligera” posible. Esta actitud, en la que la ligereza es el elemento principal e imprescindible, queda al margen de las derivaciones ideológicas que, tras la Segunda Guerra Mundial desbastaron al arte italiano, obligado por razones políticas a tomar partido entre el realismo social y la abstracción, aunque esta situación se viera también favorecida por una cierta rigidez de los puristas de la abstracción. Resulta difícil, sin embargo, imaginar una abstracción más pura que la de Munari, a excepción tal vez del primer concretismo de Max Bill o de Richard Paul Lohse, tanto en las Máquinas Inútiles como en los Negativo- Positivos posteriores (e incluso en las esculturas de viaje, de cartón, plegables e inicialmente de bolsillo) el primero de los cuales, de contornos curvos, data de 1948, mientras que los ángulos rectos son de 1951. Este es el momento en el que comienza el renacimiento cultural y artístico italiano después de veinte años de dictadura, pero los abstraccionistas italianos no deben renegar de su pasado, del mismo modo que no deben reconstruir su credibilidad adhiriéndose al realismo o a ese poscubismo “políticamente correcto” que caracterizo el panorama artístico italiano al menos hasta 1955. En este periodo, Munari es uno de los fundadores, junto a Gillo Dorfles, teórico, crítico y pintor, y Atanasio Soldati, venerado maestro de la primerísima abstracción italiana, del Movimiento por el Arte Concreto MAC, que durante diez años abogará por la “síntesis de las artes” entre las distintas disciplinas creativas, por los valores conceptuales de la abstracción geométrica, por la absoluta libertad creativa del artista en la nueva sociedad industrial que ya se vislumbraba en el horizonte. En este movimiento, que contó con numerosos seguidores y simpatizantes temporales, como Lucio Fontana, Luigi Veronesi, Mario Nigro, Ettore Sottsas Jr. Enrique Prampolini, Piero Dorazio, Achille Perilli y muchos otros, Munari trabajó como diseñador gráfico y como artista, proponiendo el cuadrado como signo distintivo de la imagen gráfica de las publicaciones del grupo y desarrollando pictóricamente el concepto de negativo-positivo a partir de esa misma forma básica. En este ciclo de trabajo, el más largo y continuado de su actividad como artista, Munari pretende llegar al límite absoluto de la abstracción eliminando de la percepción visual el concepto de figura/primer plano y fondo que, en su opinión, está presente en la mayor parte de las obras abstractas propuestas como tales, cuando en realidad son aún deudoras, sin saberlo, de la pintura tradicional que construye la imagen a través de planos progresivos de profundidad.