Martín Gómez Platero y el nacimiento de un sueño

Para comprender cómo surgieron los primeros bocetos de la urbanización LAGOS hay que remontarse al momento en el que nace la idea alimentada por la inquietud de dos vecinos que vivían frente a una laguna, en Parque Miramar: Martín Gómez Platero y Juan Pedro Damiani.

El comienzo

El predio que hoy conforma LAGOS, ubicado en las inmediaciones del aeropuerto Internacional de Carrasco, antes era un espacio abandonado y maltratado que marcaba el límite norte de Avenida de las Américas y sus inmediaciones. Transformar un predio de esas características en uno de los puntos más atractivos de la ciudad, fue un reto que se volvió realidad gracias al aporte de algunos de los arquitectos más talentosos del país.

A finales del 2005 el barrio no tenía una gran urbanización o trabajo de diseño previo. Se había desarrollado a través de una buena locación y de un viento migratorio de Montevideo hacia el Este, que se manifestó en los años 90 con las primeras urbanizaciones en las zonas rurales de Canelones. Las calles del barrio estaban insinuadas por el terreno. Curvas naturales y sinuosas invitaban a un paseo y permitían sacar el mejor partido del territorio virgen. Podríamos describir el ambiente de este barrio como el que solían tener los barrios de Carrasco en la década de los años setenta.

La visión que tuvieron Martín Gómez Platero y Juan Pedro Damiani se manifestó en un lago cercano al aeropuerto donde en ese entonces apenas se vislumbraba un pequeño cúmulo de casas.

La casa de Martín Gómez Platero en la zona tenía una fachada discreta y cerrada al frente, pero desde el jardín posterior se podía admirar el gran lago, que ocupaba casi un tercio del cuadro, y a unos 30 metros un muelle. La familia de Gómez Platero, compuesta por su esposa Florencia y sus cuatro hijos, solían pasar gran parte de su tiempo libre en el jardín, como también lo hacía su vecino Juan Pedro Damiani. De a poco la relación de vecinos se transformó en amistad, y el arquitecto y empresario comenzaron a soñar y crear proyectos en el aire.

Un día Juan Pedro Damiani se presentó en la casa de Gómez Platero con una serie de papeles en la mano. Recién había adquirido en una subasta 14 hectáreas cerca de su casa en el lago y ahora quería mostrárselas a su amigo Martín para que proyectara allí los sueños que habían compartido entre charlas. Así nació el primer Lagos.

El arquitecto Gómez Platero se encargó de la primera etapa y luego el proyecto tomo vida y siguió su camino con la orientación de Juan Antonio Damiani.

La creación de un barrio

Podríamos dividir la vida del barrio LAGOS en tres etapas determinadas por el aporte de tres estudios de arquitectura: Gómez Platero Arquitectos, JDVA y Carlos Ponce de León arquitectos. Todos fueron fundamentales para consolidar la imagen del lugar, pero vale la aclaración de que todos los gestos de este barrio se desprenden de los primeros trazos del estudio Gómez Platero.

El predio de 14 hectáreas estaba divido en dos tramos, a partir de esa condición surgió la idea de sectorizar el proyecto por islas. Primero la isla Oeste de Lagos y luego la Isla Este.

En primera instancia se establecieron las bases del barrio a partir del proyecto de urbanización. Luego se definió el loteo y los gestos de las lagunas de las islas Este y Oeste. Para definir el loteo de las islas se trabajó sobre el perímetro de los lagos, generando modificaciones que permitieron realizar un loteo más efectivo y generaron un juego de curvas que hoy son características del lugar.

En la zona litoral del lago se extrajeron enormes cantidades de tierra y arena a partir de la limpieza de la vegetación enraizada a lo largo de la orilla. Esto dio lugar a la creación de Bahía Lagos, área que ya se encuentra completamente habitada.

El proyecto, que desde su comienzo contó con una sólida imagen, recicló la tierra, devolviendo al entorno un espacio habitable, regulado, que cuida y promueve el buen trato con la naturaleza. El contacto directo con la naturaleza y los lagos generan un entono único que destaca frente a otros desarrollos de características similares.

En un gran predio despejado planean construir WELL, un programa distinto y decisivo para marcar un cambio sustancial en el lugar. Su aporte sin duda generará nuevas experiencias y será una promesa de expansión para el proyecto LAGOS, que parece no tener límites.

Una tarde en LAGOS (recuadro)

“Mientras camino me sorprendo con las imágenes que me devuelve el barrio y pienso que este entorno natural no puede ser producto de la casualidad o de la inquietud por armar un buen negocio sino de la visión de dos vecino del lugar que decidieron que aquellos era demasiado bueno como para no compartirlo.

Hoy el proyecto es un éxito, para darse cuenta solo hace falta recorrer alguna de sus calles y saborear la experiencia que significa vivir allí”

Un empresario con mirada global (recuadro)

El arquitecto Martin Gómez Platero, joven y formal, heredó el talento y la pasión por la arquitectura de su padre Guillermo, un eximio arquitecto que durante cincuenta años se dedicó a transformar el paisaje uruguayo con proyectos que marcaron un quiebre en la arquitectura de la época.

En el 2002 disuelve las antiguas sociedades y toma la decisión de crear su propio estudio, “Gómez Platero Arquitectos” ayudado y aconsejado por su padre. Los primeros meses tras la crisis fueron batallas interminables donde todo parecía irse por la borda una vez al mes. Hasta que decidió presentarse a un concurso para una obra en Ecuador. Dicen que el viaje siempre se produce antes en la cabeza, y que el recorrido físico en todo caso es anecdótico. El viaje a Ecuador suponía un gasto, pero el joven arquitecto ya había tomado la decisión de arriesgar.

La apuesta salió bien porque la gestión fue exitosa y el proyecto finalmente se materializó. Ecuador se volvió la llave que abrió un proceso de expansión que llevó al estudio a estar hoy presente en México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina, entre otros.

“Para algunos el mundo es grande y para otros el mundo es chico”. Esa frase, que aprendió de su padre, resume la filosofía de arquitecto y empresario que se animó a salir de su zona de confort.