El volumen aparece como una línea que se extiende sobre el terreno, frente a la playa mansa, en Punta del Este. La pureza de la línea que contiene al espacio como una faja que dibuja un rectángulo, se despega de la tierra para suspenderse con singular gracia.
La estructura de hormigón armado apela a la imagen de la línea que dibuja en una cinta continua, el perímetro que atrapa al espacio para la vivienda. Se despega de la tierra y en ese ejercicio que aliviana el peso visual de la casa, mejora su rendimiento térmico. La galería de acceso a la casa es una apertura de la misma cinta que como una faja gris va y viene, generando plenos y vacíos en los cuales, la vida transcurre. El espacio interior se define a partir de una planta concebida en secuencia a partir del eje de un volumen central de madera que además articula la circulación.
El diseño de Sacchi y Sarando se integra al paisaje del lugar con gestos simples que en el interior replican, manifestando una clara voluntad en la que los habitantes respetan y valoran tanto el vínculo con el entorno como la economía en la utilización del espacio. La planta es franca, simple y obedece a una lógica de funcionamiento muy concreta. La piel de vidrio que cierra la línea convirtiéndola en caja, resuelve espacios habitables donde la luz natural es plena. Las paredes y pavimentos interiores fueron revestidos con madera, en un juego en el que la laca y el avado natural se alternan, como el trabajo del hormigón en la cinta exterior, donde las texturas también alternan, entre lo opaco y lo rugoso.
La línea del exterior tiene sus correlatos en el interior, la cocina es una línea interior que recorre la casa generando el espacio de trabajo integrado al estar y en secuencia con el comedor y los demás espacios de la casa.
Muebles clásicos del siglo pasado, otros de estética contemporánea con tapizados que aportan notas de color en tonos pastel, juegan con la madera estableciendo un dialogo donde todo invita a permanecer.
Fotografía Ignacio Rodríguez y Daniela Sacchi