El paisaje cultural de José Ignacio es riguroso en su relación con el paisaje natural dentro del cual opera. Allí no hay lugares para grandes hoteles o centros comerciales y la arquitectura, con algunas libertades que hoy muchos nos cuestionamos, refleja aquella idea donde lo bucólico resplandece en todo su esplendor. En ese contexto, la oportuna intervención del genial Arquitecto Javier Gentile recuperó para los vecinos del encantador pueblo peninsular, una esquina que llevaba ya un tiempo abandonada. La nueva Posada TAMARINDO, así bautizada en reconocimiento a los árboles de esa especie existentes en el predio, rinde tributo a lo mejor de este formato donde la intimidad es consagrada, la paz certificada y el buen gusto nos permite rendirnos. Y ceder.
…cuando la propiedad fue adquirida por mi cliente lucía un estado de abandono tal que realmente impresionaba, tanto como para que luego de recorrerla llegáramos a la conclusión de que no estábamos frente a un caso de reciclaje sino de una obra nueva con el compromiso de aprovechar en lo posible estructuras preexistentes…
El espacio, en la visión de Gentile, es la riqueza que debe procurarse para que las atmosferas espaciales operen libremente. Conocido por su pasión por la desmesura, la propuesta casi alcanzaba la medida de todos sus proyectos, una superficie seccionada al modo de una antigua villa, con cuerpos de estructuras diseminados sobre un gran predio y un espacio abierto que operaba a modo de patio. La idea de aprovechar las estructuras preexistentes, la distribución posible y de manera fundamental el punto estratégico en el damero de José Ignacio, rápidamente lo llevaron hacia la idea de diseñar una posada.
…el relevamiento de las estructuras preexistentes determino que se contaba con un área sin función específica, ubicada en el cuerpo central de las edificaciones, con fachada hacia la calle y luego determinamos unas 6 habitaciones con instalaciones previstas para baños. Las construcciones eran de madera pintada y el circuito que comenzamos a imaginar nos llevó a explorar la posibilidad de aumentar la capacidad sin ingresar en obras de mayor escala. Replantear las estructuras, crear nuevos volúmenes y adaptar los existentes, nos llevó a generar un circuito que integra doce habitaciones con distintos tamaños y comodidades, todas con acceso independiente. En el patio reformamos un espejo de agua existente y lo convertimos en una gran piscina en torno a la cual además del solárium creamos un estar abierto con hogar y el quincho lo convertimos en un pequeño espacio para desayunar, merendar y tomar un café a la tarde…
Todas las estructuras son de madera y las que no están revestidas con fajas que siguen el mismo patrón y color. Todos los volúmenes se desarrollan en uno y dos niveles y la idea de generar accesos independientes e individuales supone el juego de escaleras, también de madera, que asignan un carácter rural muy intenso a partir del cual se subraya la idea de posada pretendido. Las calles internas, señaladas con camineros, también de madera, las plantas y flores de estación dispuestas a cada lado y los tamarindos, que son responsables del nombre del lugar, proponen un espacio ideal para el descanso y el relax.
… para el equipamiento apelé a soluciones prácticas. El buen diseño funciona a partir de elementos muy concretos, calidad en los materiales elegidos, calidad en la construcción, compromiso con la comodidad y honestidad en materia de pretensiones. Los somieres son la pieza importante de cada habitación, las mesas de noche, la iluminación y las texturas que elegimos para las cortinas y tapicería se vinculan con el mismo concepto en que asumimos que los huéspedes de la posada solo habrán de conformarse con lo mejor. Como debe ser.
Había una vez, grandes casas que ofrecían a los viajeros de las largas distancias un lugar de descanso y de alimentación. Eran utilizados, por lo general, para estadías breves y muy puntuales. En los últimos años, estos lugares que son el origen de la hotelería, recuperaron sus bríos ancestrales al convertirse en una atracción especial para los turistas que escogen alejarse del ruido y el bullicio de los centros comerciales, donde generalmente se ubican los hoteles.
El origen para este tipo de establecimientos se remonta al apogeo del Imperio Romano, cuando estos en ese proceso de expansión sin solución de continuidad, comenzaron a construir su popular calzada, es debido a ello que en todo el territorio europeo que alguna vez formó parte del Imperio, encontramos posadas antiguas que son testimonio cultural. El trabajo de Javier Gentile entonces también se relaciona con la antropología y consiste en rastrear orígenes, relacionarse con ellos y después, sorprendernos. Cada vez.
Fotografías José Pampín