El estudio cuenta con tres socios, los arquitectos Ignacio Bonifacino, María Lucía Ferrés y María Lucía Bianchi. Todos estudiaron y se recibieron juntos en la Facultad de Arquitectura de la Universidad ORT. Acompañados por el arquitecto Ruben García Miranda, integraron el primer grupo de viaje de arquitectura de la ORT que llevó a 68 arquitectos durante casi dos meses por distintas ciudades de Europa. Ignacio trabajó en el estudio del arquitecto Jorge Curzio y en el estudio Margoniner Arquitectos, María Lucía Ferrés hizo escuela en el estudio Gómez Platero Arquitectos durante intensos cuatro años, María Lucía Bianchi trabajó también en el reconocido estudio a cargo del arquitecto Martín Gómez Platero durante dos años, y destaca una maestría en desarrollos sustentables en Deakin University (Australia). Se nota la buena química que existe entre los tres, hablan el mismo idioma; Bonifacino es atento y certero en cada comentario, Ferrés desde la distancia logra la cercanía. Bianchi aparece y desaparece; y todo siempre con mucha luz. Los tres forman un gran y especial equipo. “Nacho” habla de “Lú” a la hora de hablar de Ferrés o Bianchi, ambas con el mismo nombre parecen interpretar a la perfección de que “Lú” habla Nacho cuándo dice “Lú”; se conocen mucho, se conocen bien, y hablan el mismo idioma. Conviven en todos ellos; el conocimiento, el talento y las ganas de aprender.
Viñedos
Luego de varias reformas, con la arquitecta Bianchi en Australia, llegó el esperado primer encargo; su primer obra. La misma entonces, fue diseñada y soñada por Ignacio Bonifacino y María Lucía Ferrés. Los habitantes dan cuenta de un matrimonio consolidado con una hija ya grande, e independiente. Tras años de vivir puertas adentro en ciudad, se optó por un terreno en el barrio privado Viñedos de la Tahona, terreno que escondía un cambio de vida y un reencuentro con viejos amigos y con una vida social más activa. Ferrés y Bonifacino emprendieron la búsqueda del terreno con la obsesión de quién asume tamaña responsabilidad con sinceridad y mucha responsabilidad; sus habitantes buscaban un cambio en su vida y ponían en sus manos el diseño del hogar en dónde todo sucedería. En la obra se priorizó la funcionalidad y la eficiencia energética; con 160 metros cuadrados interiores y 90 metros cuadrados exteriores la casa logra con elegancia todo lo que sus habitantes buscaban. Basta con caminar pocos pasos de la casa, para entender que todo allí, está bien.