Proyectada y construida en los años 1994 y 1995, esta casa domina la particular península de José Ignacio estableciendo además de un eje visual, una imagen icónica que ha dominado el paisaje construido en este pueblo de pescadores, que ha logrado mantener el espíritu lúdico y tranquilo que impone su origen. Obra del arquitecto Carlos Libedinsky, su estética continúa conmoviendo.
El desafío era importante. Los habitantes de esta casa la ocupan pocos días al año. Ubicarlos resultó un gran desafío, en medio del cual encontramos a su autor, el arquitecto argentino Carlos Libedinsky, autor de numerosas obras en Punta del Este, La Barra y de esta casa icónica de José Ignacio, con la cual bien es posible presentar al balneario.
“Cuando me encontré frente al terreno descubrí que allí la piedra mandaba y era importante escucharla. Comúnmente al construir, cuando aparecen piedras, estas se extraen para luego reutilizarlas para la fundación, pero en este caso, antes de imaginar la primera línea, asumí que esas piedras no podían tocarse. También recuerdo a una pareja de lobos marinos que, mientras exploraba el lugar, apareció y se instaló cómodamente en el lugar. Ellos ya eran los habitantes del lugar en el que yo debía construir una casa…”
Así comienza nuestro diálogo con este autor de Arquitectura cuya obra se esparce tanto en Buenos Aires como en nuestro Este. Carlos Eduardo Sebastián Libedinsky se graduó en la Facultad de Arquitectura de Buenos Aires en el año 1962, luego cursó un diploma en el Reino Unido y, al iniciar su carrera profesional, alternó con profesionales de enorme talento. Importa saber que la generación de Libedinsky le dio a la Arquitectura importantes maestros y él mismo, pese a su bajo perfil, integra el podio.
A los 78 años exhibe una pequeña dificultad para caminar cuya naturaleza nos permite entender mejor a este hombre que continúa soñando y creando.
“Tuve cuatro fracturas serias que parece no terminaron de soldar bien debido a mi temperamento. Me cuentan que en ninguna de ellas guardé la quietud por el tiempo necesario. La primera se originó jugando al rugby, la segunda con una motocicleta (una Indian 1200) con la que me caí. La tercera, esquiando y la última, algunos años atrás, en un mal aterrizaje practicando parapente… y lo que en realidad sucede es que no puedo permanecer quieto demasiado tiempo, es tanto lo que hay para hacer…”.
Carlos Libedinsky es un hombre que ha vivido y vive la vida con singular intensidad y que no disimula su influencia británica. “Mi familia proviene originalmente de Letonia, Riga, luego del año 1850 se trasladan a Londres y en el año 1881 hacia el Río de la Plata. Tengo la familia repartida, con una buena parte, mi hermana, en el Reino Unido”, nos explica con su hablar pausado, meditado y divertido. Director Académico de la cátedra de Diseño Avanzado de la Facultad de Arquitectura de Buenos Aires, donde el Arquitecto Solsona es Director General, Libedinsky ha ejercido como docente invitado en universidades inglesas y americanas. Es un arquitecto que ejerce la profesión como autor y entonces piensa los paisajes, tanto urbanos como costeros y rurales, con preocupación e inquietud. Importa saber que fundó y fue profesor titular de la cátedra de la Ecología de la Arquitectura en el año 1986. Luego, al ser Director de la Escuela de Post Grado, introdujo la maestría y el doctorado, del cual forman parte unos cuantos arquitectos uruguayos.
Regresamos a José Ignacio y a su obra, la que siempre ha llamado nuestra atención y ahora nos permite conocerlo.
“…el terreno tiene una ubicación fantástica, está literalmente sobre el mar y en una zona donde el paisaje es increíble. Al leer el terreno lo encuentro con medidas curiosas, su frente y contra frente no son paralelos, con lo cual se generan dos sistemas ortogonales distintos que decido aprovechar y mezclar para enriquecer la planta. El cruce de dos ortogonalidades me aportó una imagen sugestiva y particularmente agradable. Creo firmemente en la ortogonalidad como un plano ideal para vivir. De hecho, nosotros, los humanos, vivimos en un plano ortogonal, esto es, nuestro cuerpo y su dinámica de funcionamiento operan en esa escala espacial, caminamos con facilidad hacia adelante, nos movemos más lentamente hacia atrás, luego tenemos laterales, la izquierda y la derecha, entonces, al escapar a esas reglas determinadas por nuestro cuerpo se producen planos confusos donde resulta fácil perderse. Para el momento de comenzar a proyectar la casa, ya había descubierto que en Uruguay contaban con una industria importante dedicada a la producción de piques y columnas de madera, eucaliptus y del bueno. No utilizo maderas duras dado que son un recurso de lenta recuperación, prefiero optar por las especies de recuperación más rápida. Al comenzar a dibujar ya tenía claro que utilizaría piedra que debía procurar en otro sitio, hormigón y por supuesto, madera…”
Como suele suceder al observar Arquitectura, lo primero que llama la atención es el volumen construido. En este caso se trata de una estructura que, desde el camino que hace de rambla, se percibe construida sobre piedras, con una fuerte impronta geométrica y un ritmo plástico importante, donde los troncos de eucaliptus imponen una estética que mucho tiene que ver con las sensaciones que trasmite el paisaje. Estamos frente a un volumen integrado orgánicamente al paisaje y evidencia la preocupación del autor por integrarse respetuosamente al ecosistema existente, donde aves, pingüinos y lobos marinos son habitantes naturales. El concepto geométrico del volumen concebido por Libedinsky es responsable de esa sensación de armonía ente los dos paisajes, el natural y el construido. La elección de los materiales también. Hormigón, piedra y madera de eucaliptus que aportan la falda y la piel del edificio juegan con la gama cromática que propone el paisaje natural y no demandan mayor mantenimiento.
“Siempre he creído que los mejores paisajes del mundo no los riega nadie y por eso, cuando resolví la implantación de la casa establecí que lo más importante era respetar ese maravilloso paisaje natural que me era dado. Por esa razón, lo único que hicimos fue reordenar la ubicación de las especies vegetales que encontramos al momento de cimentar. No agregamos nada y generamos un jardín que no es otro que el mismo que encontramos pero con una nueva disposición en el lugar.”
La casa se orienta hacia el poniente y los ambientes se distribuyen en los tres niveles construidos. La distribución espacial de los interiores conjuga con singular gracia las demandas de la funcionalidad con la captura de la riqueza visual que ofrece el paisaje costero. Al mismo tiempo y producto de la actitud que desde siempre ha definido la obra de Libedinsky, es de las primeras casas proyectadas en nuestro país que contempla inquietudes ambientales.
“Casi treinta años atrás, cuando comenzamos a construir esta casa, en José Ignacio no había red de agua potable y tampoco energía eléctrica. Por esa razón, al proyectar, concebimos la cubierta de la casa como un enorme colector de agua de lluvia y como una gran plataforma para instalar paneles fotovoltaicos. Mientras construíamos, se instaló la red de agua potable. Luego vino la energía eléctrica. Mantuvimos la consigna, pero al constatar que el jardín se había logrado mantener en su esencia y sin necesidad de riego, este recurso no llegó a utilizarse.”
Entre las ocupaciones actuales del arquitecto Libedinsky, una emerge como un claro exponente de su preocupación por la investigación y el estudio: posee la colección de sanitarios más importante del mundo y desea ubicarla en Punta del Este, en la torre de agua ubicada sobre la Avenida Córdoba y Pedregosa Sierra, para lo cual ya ha iniciado gestiones tendientes a ubicar el escenario para albergarla y poder compartirla con el público.
“Sucede que encuentro en los sanitarios la revolución silenciosa más importante en la historia de la industria de la construcción. Mi colección reúne piezas del período comprendido entre 1800 y 1920, con algunos ejemplares curiosos. El momento en el cual se tiende la red que permite ingresar el agua limpia y sacar las aguas servidas de los hábitats resulta fundamental para el desarrollo de las ciudades y la imposición de los edificios de apartamentos como solución. Allí está el nacimiento de las ciudades modernas.”
Fotografías José Pampín