Ellas trabajan juntas desde 1992, cuando, estudiantes, recibieron sus primeros encargos. La mayoría pequeños y algunos muy grandes, como fue intervenir en una importante cervecería uruguaya. Arquitectas y amigas, amigas arquitectas, después de tantos años juntas, ambos aspectos de su relación están totalmente entrelazados.
Para Marcela Berthet (Bruselas, 1969), Cecilia Méndez (Montevideo, 1969) y Perla Taranto (Montevideo, 1970) es diferente ser mujeres arquitectas? Lo era cuando daban sus primeros pasos en un medio en el que predominaban los hombres.
Hoy, si bien este sesgo permanece, son muchísimas las arquitectas que ejercen activamente. En cambio, en lo que refiere a la práctica profesional per se, arquitectas y arquitectos deben saber responder a las mismas exigencias: sensibilidad para entender los requisitos de los clientes –que muchas veces se enfrentan por primera vez y con muchas preocupaciones a todo lo que implica una obra-, eficiencia en el manejo de las diferentes etapas, solvencia técnica en todo lo relacionado con el proceso constructivo. Sin importar el género del arquitecto, ni los estereotipos del pasado, estas son las claves para lograr excelentes resultados.
El ejercicio de la arquitectura en un medio pequeño como el uruguayo implica estar presente en todas las etapas del proceso proyectual: el anteproyecto, que es la etapa profundamente creativa, dónde se definen todos los aspectos estéticos, programáticos y funcionales. El proyecto, etapa esencialmente técnica en que se producen todos los recaudos gráficos y escritos que permitirán cotizar y construir. Y por último dirigir la obra que será construida por un contratista independiente ya que ellas han optado deliberadamente por no ser la empresa constructora, considerando que para llegar a un excelente producto se requieren tres partes: cliente, estudio de arquitectura y constructora.
El estudio Berthet-Méndez-Taranto ha realizado reformas y obras nuevas, casas unifamiliares y viviendas colectivas, oficinas, locales comerciales y también programas más atípicos como la restauración de una mansión neogótica para el Reverendo Moon o una escuela de enseñanza primaria. Cada proyecto implica tomar en cuenta complejas variables, a ser barajadas bajo una clave estilística y formal. Cuando hay preexistencias valiosas se puede dar un diálogo entre lo antiguo y lo contemporáneo. Puede ser una casona antigua a reciclar o un entorno urbano excepcionalmente calificado. Y, si bien ellas consideran positivo inspirarse, nutrirse, de la estética del momento, su arquitectura se aleja de modismos pasajeros de manera tal de permanecer vigente en el tiempo.
En Montevideo han trabajado mucho en sus barrios más densos, lo que implica proyectar en padrones angostos y de superficie acotada. La casa elegida para ilustrar este número de revista es un excelente ejemplo de ello.
El padrón, de 9m de frente y 370mc de superficie, se ubica en Punta Carretas. La casa, de 525mc, fue proyectada para una familia grande. En planta baja se desarrolla el área de relación: living-comedor, estar, cocina y baño social. En el primer nivel está la suite principal y tres dormitorios, cada uno en suite. En el segundo nivel está el gimnasio (con baño, jacuzzi y sauna) y la dependencia de servicio. En el subsuelo el garaje es para 3 autos.
Dos premisas guiaron el proceso proyectual: llevar luz natural a los sectores mediterráneos de la construcción y generar una espacialidad rica. Para ello una gran doble altura sobre el comedor, coronada por un lucernario, ahueca el corazón de la casa. Esta doble altura permite disfrutar de una escalera de cuidadísimo diseño desde toda el área de relación, vinculando visual y funcionalmente planta baja y planta alta.
A nivel urbano la volumetría escalonada de la casa, la elección de materiales nobles como el ladrillo, el hormigón y los revestimientos en laja gris así como la cuidadosa presencia de jardinería en el retiro frontal y en jardineras integradas a la arquitectura no permiten imaginar la amplia escala de la casa. La entrada principal es a través de una puerta de acero corten, material de vanguardia pero nada estridente, a tono con todas las opciones estéticas. El cambio de escala y de intensidad se dan al ingresar y ser recibidos por la doble altura bañada en luz cenital. Las arquitectas consideran que el cielo es la quinta fachada, y la luz natural siempre aporta, por ello en esta casa hay también lucernarios sobre la escalera principal y en el baño de la suite principal.
Una vez en el interior de la casa la transparencia hacia el fondo y hacia la piscina longitudinal que prolonga las visuales, es total. Aberturas de piso a techo dan al estar exterior techado (con parrillero), prolongación natural del interior. El living y el estar pueden separarse cerrando un gran panel plegable (realizado con un herraje importado especialmente). La cocina, al frente, y una escalera secundaria que vincula los 4 niveles de la casa, permiten al área de servicio funcionar con independencia del área de relación.
La construcción de la casa tiene estructura de hormigón armado, mampostería exterior tradicional y tabiquería interior de yeso. La losa sobre el nivel 1 es postensada, lo que dio libertad en el posicionamiento de muros y tabiques. La carpintería interior es en roble lustrado en planta baja y laqueada blanca en los otros niveles. Las aberturas son de aluminio pre pintado negro y la herrería pintada de negro mate. La planta baja está pavimentada con porcelanato gris a junta trabada, en el nivel 1 el piso es roble de ingeniería y en el gimnasio se colocó un vinílico similar al roble. El acondicionamiento térmico combina losa radiante de agua y fancoils ocultos en cielorrasos y elementos de diseño y asegura también la climatización de la piscina.
Esta casa es un bellísimo ejemplo de la práctica arquitectónica del estudio Berthet-Méndez-Taranto.