La casa se levanta sobre un predio de singulares características, ubicado en segunda línea sobre una de las pendientes que la península genera en la playa del Faro, en José Ignacio. Largo y angosto, con un pronunciado frente hacia la calle y lindero con otro terreno de iguales características, la implantación resuelta por Candida, orientando los volúmenes proyectados hacia la costa, lo convirtieron en algo bastante parecido a una esquina ochavada. Nuestra primera visión es un conjunto de volúmenes que se destacan entre sí desde distintos ángulos de la implantación, interconectados internamente. El volumen del piso superior se desplaza del volumen inferior generando una punta en voladizo que provoca un hecho estético que da como resultado dos volúmenes diferenciados y bien definidos, este tramo continúa con pocas aberturas debido a la necesidad de preservar la intimidad de los habitantes. Una red de encuentros toca el siguiente volumen desde un ángulo recto, el único volumen en el pavimento paralelo superior al pavimento inferior, ésta revestido en reglas de madera de lapacho, que a su vez toca el volumen siguiente, este retorcido en su ángulo que se orienta hacia el faro de José Ignacio en su eje completo.
En la fachada opuesta tenemos una vista hacia el océano, luego la fachada está toda acristalada y enfrenta la mejor oportunidad para ver el mar. El desplazamiento del volumen de la planta alta sobre la losa de la planta baja también proporciona un deck de madera más amplio y cómodo, luego el deck gana proporciones y encontramos la cocina, la parrilla de concreto y ladrillo, un ambiente para recibir y compartir, siguiendo el volumen de la suite principal, acristalada en esta fachada, con vistas hacia el faro de José Ignacio. El piso inferior tiene las aberturas de las grandes ventanales de las suites de huéspedes que disfrutan del este y la vista hacia el mar. La distribución espacial es franca y sigue una lógica que se percibe armoniosa. En la planta alta se ubican las áreas sociales y en un ala, bien apartada, la suite principal. En el área social, abierta y despejada, la gran sala que se integra espacialmente al comedor y la cocina con mesada y toilette adjuntos, de manera práctica e integrada, junto a la cocina, de manera natural, el patio, el asador y horno de leña. En la planta baja se generaron tres suites para huéspedes, una sala de audio y video que también se convierte en dormitorio de ser necesario, un espacio vacío que contiene la escalera interna y una amplia gama de servicios. El proyecto de Candida se materializa con una estructura mixta que involucra madera, acero y hormigón, en el salón donde se exponen las estructuras vemos un conjunto de pórticos de acero y una subestructura de madera intercalada entre pórticos.
La planta baja, a nivel de calle, es toda de hormigón. Las paredes interiores se revistieron con listones de madera de eucaliptus grandis de reforestación, textura que también se utilizó en las cabeceras de todas las camas, para revestir los nichos, en la singular iluminación aérea diseñada especialmente para la casa, y en la carpintería general. Los pavimentos fueron revestidos en lapacho, salvo en la cocina, donde por razones higiénicas y prácticas se empleó cemento alisado. La elección del equipamiento quedó a cargo de la dueña de casa, que con mucho gusto y gracia, participó activamente del proceso de la obra, lo que se nota claramente al verificar la plena y total armonía que transmite la atmósfera lograda por Cándida que en este proyecto contó con la colaboración del Arquitecto Santiago Fernandez.
Fotografías José Pampín





























