En una sociedad acostumbrada a reciclar su pasado –a tapar con yeso lo que fue madera noble, a subdividir en oficinas lo que alguna vez fue salón de baile o comedor familiar–, el edificio de la agencia Notable se alzó en 2006 como una excepción radical. Fue, en sentido estricto, el primero de su especie. Hasta entonces, las agencias de publicidad de Montevideo habían vivido como inquilinas de otro tiempo: adaptándose, disimulando, forzando su modernidad entre muros centenarios. Pero aquel año, el estudio formado por las arquitectas Berthet, Méndez y Taranto propuso algo distinto: diseñar desde cero, con libertad y con precisión, un edificio para el presente.
El terreno no facilitaba las cosas. Un padrón de apenas 8,65 metros de frente y 298 metros cuadrados de superficie, atrapado entre medianeras –esa cárcel vertical tan típicamente montevideana–, exigía una doble proeza: conquistar la luz para los espacios interiores y abrir, como si se tratara de una grieta luminosa, las visuales hacia el Río de la Plata y el majestuoso edificio sede del Mercosur. Era, desde todo punto de vista, una arquitectura contra las sombras. Las arquitectas respondieron con una propuesta blanca, limpia, contemporánea. No solo por una cuestión estética –aunque lo era también– sino como una forma de construir transparencia. La integración visual fue el principio rector: grandes planos vidriados, un patio de triple altura que funcionaba como pulmón luminoso, y una organización interior que permitía, desde cualquier rincón, sentirse parte de un todo. No se trataba de un espacio que obligaba a compartir, sino de uno que invitaba a la mirada y al vínculo, aún en la autonomía. Una metáfora, quizá, de esa manera colaborativa y transversal de trabajar que define a las agencias creativas cuando funcionan bien.
Desde el inicio, el proyecto contemplaba algo que pocos edificios en Montevideo contemplan: la posibilidad de crecer. Así, casi una década más tarde, en 2015, se concretó la ampliación. Dos niveles más, meticulosamente pensados, ejecutados por el mismo trío de arquitectas, ahora con la colaboración de Halinna Egaña. Lo que eran 385 metros se convirtieron en 700. Y la idea matriz –esa integración visual sin interferencias– se mantuvo como una partitura que, a pesar del tiempo, no había perdido ni una sola nota. La nueva etapa tuvo otra consigna: comunicar. Y así, los materiales, los colores, las texturas empezaron a hablar. Las mesas del Departamento de Creativos, apenas un plano sobre caballetes, evocaban el taller del artista más que la oficina del oficinista. Las paredes de corcho absorbían ideas antes que sonidos. Los paneles de whiteboard se deslizaban como ventanas del pensamiento. Y todo ese entorno –con lounge para reuniones informales, comedor ecléctico, terraza abierta con pérgola y parrillero incluido– operaba como un sistema vital, donde el ocio también era parte de la estrategia.
La joya de esta ampliación, sin embargo, fue un detalle técnico de precisión casi quirúrgica: un ascensor acristalado, suspendido en el vacío del patio central, que une los cuatro niveles sin interrumpir la visual, sin entorpecer el aire ni la luz. Pocas veces un gesto funcional logra ser, al mismo tiempo, una declaración estética. En Notable, la arquitectura no es solo envolvente: es también narrativa. Cuenta cómo se trabaja, cómo se piensa, cómo se vive en ese universo de campañas, ideas y urgencias. Y lo hace sin alardes, con la sobriedad de lo bien resuelto. Porque en definitiva –y en esto las arquitectas han sido implacables– lo que se construyó allí no fue solo un edificio, sino una forma de estar en el mundo. Un espacio donde la creatividad no necesita permiso para irrumpir, y donde los pasillos, los patios y los rincones pueden transformarse, de un instante a otro, en un fogonazo de intuición.
PROGRAMA: OFICINAS AGENCIA DE PUBLICIDAD
UBICACIÓN: MONTEVIDEO
ESTRUCTURA: INGS. MARELLA-PEDOJA
SANITARIA: ARQ. ZOILA JORAJURIA
ELECTRICA Y AFINES: ING. COUSILLAS Y ASOCIADOS
TERMICO: ING. COUSILLAS Y ASOCIADOS
EMPRESA CONSTRUCTORA: SAEZ DELBENE
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ PAMPÍN
FOTOGRAFIA NOCTURNA: ALEJANDRO MUNTZ