En Tahona Art, el arte no se exhibe: respira. Se expande, se mezcla con el paisaje, se vuelve parte de él hasta que uno no sabe si está contemplando una obra o un fragmento de naturaleza revelado por primera vez. Nace con una misión que parece sencilla pero exige una disciplina casi mística: vivir el arte contemporáneo de manera integral, sin aislarlo en cubos blancos, sin domesticarlo entre paredes. Aquí, el arte se abre, se arriesga, dialoga con el viento y con la luz, y encuentra en la naturaleza un interlocutor tan exigente como generoso.

Más que un lugar, Tahona Art es un modo de habitar el arte: una forma de estar presente, de detener el tiempo, de volver a lo esencial. En este territorio, la claridad desplaza al ruido, la intención vence al exceso y la disciplina silenciosa de hacer las cosas bien se convierte en la ley primera.

El proyecto reúne una Galería, un futuro Museo de arte contemporáneo, un Paseo de Esculturas, una Concept Store, un Atelier y un Café. A eso se suman Festivales, Editoriales y un Programa de Residencias con Retiros Creativos. Cada instancia propone un encuentro: entre artistas y paisaje, entre comunidad y territorio, entre la imaginación y el tiempo natural. Todo está concebido desde el respeto: respeto por el entorno, por los procesos creativos y por la mirada de quienes se acercan buscando algo más que una obra estética.

En Tahona Art, el arte y la vida se entrelazan. Se celebra el proceso, la presencia, los silencios fértiles donde las ideas germinan. Es un espacio que busca provocar contemplación y sentido, un arte que resuena con el presente mientras imagina el porvenir.

Art Walk: un paseo de esculturas a cielo abierto

La Tahona presenta Art Walk, un recorrido de esculturas monumentales que se extiende a lo largo de sus 550 hectáreas en Camino de los Horneros. Es un trayecto que cambia con la luz y con el tiempo, que invita a caminar para comprender, a moverse para ver. Cada paso transforma la percepción; cada curva del sendero despierta una nueva lectura del paisaje y de las obras que lo habitan.

“Caminar cambia nuestra percepción.
El mismo trayecto nunca es igual.
La luz y el tiempo transforman lo que vemos.
El paisaje se vuelve presencia. El arte, compañía.”
— Tahona Art

El primer capítulo de este paseo se escribió en 2025 con Xanthos, la escultura del artista uruguayo Federico Benítes: un caballo de más de cinco metros de altura, construido en madera de lapacho, que parece surgir tanto de la tierra como de la memoria colectiva.

Próximamente se instalará El Tótem de la Tribu Humana, del artista Roberto Vivo. La obra, símbolo de unión, propone una reflexión sobre la convivencia como valor universal. Asume que la diferencia no es frontera sino posibilidad; una invitación a reconocerse en el otro. Vivo concibe el arte como un puente que trasciende orígenes, culturas y lenguajes, evocando la fuerza de lo colectivo y la urgencia de una identidad compartida que mire hacia adelante.

Tahona Art Gallery

La galería reúne a artistas contemporáneos cuyas prácticas profundizan en las tensiones entre materia, proceso y significado. Promueve una mirada atenta al tiempo y al oficio, buscando un diálogo intergeneracional que ilumine los lenguajes que definen el arte actual. No se trata de exhibir obras, sino de acompañar voces: de respetar la singularidad de cada gesto, la verdad de cada trazo.

Astrid Barfod

Astrid Barfod, artista uruguaya de origen sueco, se formó con maestros como Clever Lara y Dante Picarelli. Comenzó explorando la figura humana, movida por una curiosidad insaciable por los territorios invisibles de la mente. Con los años, su obra evolucionó hacia la abstracción, abrazando un lenguaje íntimo y simbólico donde las formas se disuelven para dejar espacio a la memoria, a la emoción, a aquello que no puede nombrarse.

Trabaja con técnicas mixtas —acrílico, tinta, óleo, collage— construyendo paisajes psicológicos donde intuición y estructura conviven sin imponerse. Su pintura no explica: sugiere. No narra: revela. Invita a mirar hacia adentro, hacia ese silencio donde la verdad aparece sin estridencias.

Federico Benites

Escultor uruguayo, Federico Benites convierte la madera en memoria palpable. Su obra nace de la tradición carpintera y dialoga con la abstracción modernista, transformando escenas cotidianas en composiciones poéticas y geométricas. Produce piezas monumentales y también objetos íntimos, ambos guiados por una precisión casi ritual y un respeto profundo por el oficio.

Recupera técnicas como la marquetería y el enchapado, dotándolas de una vigencia contemporánea. Su serie Caballitos —caballos que evocan los juguetes de la infancia— se ha vuelto emblemática: esculturas accesibles y hondas, arraigadas en la tierra pero abiertas al asombro.

Sebastián Mederos

Sebastián Mederos dibuja y pinta desde niño. Hijo de artistas y vecino del pintor Solari, creció rodeado de imágenes, relatos y colores que marcaron su sensibilidad. Se formó con Manolo Lima, Nelson Ramos y Clever Lara; más tarde continuó su aprendizaje en Nueva York.

Su obra, que comenzó con personajes imaginarios, derivó hacia paisajes surgidos de la observación, la memoria y el sueño. Influido por Peter Doig y David Hockney, desarrolla una pintura donde la naturaleza se vuelve espejo del mundo interior. Hoy vive en el campo, cerca de Punta del Este, donde el silencio y la contemplación se han vuelto parte de su método. “Pintar es como un viaje —dice— una cosa lleva a la otra.”

Luis Fabini

Fotógrafo uruguayo radicado en Nueva York, Luis Fabini explora la relación profunda entre las personas y la tierra que habitan. Su obra es un puente entre mundos que cambian y culturas que resisten. Documenta la vida del hombre a caballo desde Norteamérica hasta el Cono Sur, revelando la persistencia de formas de vida que sobreviven al ritmo acelerado de la contemporaneidad.

Inspirado por Martín Chambi y por In The American West de Richard Avedon, Fabini construye una antropología visual donde arte y observación se funden. Cada fotografía es un testimonio silencioso de dignidad, memoria y pertenencia. Expone la interdependencia entre identidad y paisaje: el pulso compartido que une al hombre con la tierra que lo sostiene.

Fotografías Silvestre