El proyecto fue concebido en asociación por dos Estudios, uno argentino, Gonzalez Castillo y otro uruguayo, Asconeguy. El terreno propuesto destacaba por su ubicación, en la parte más alta de la sierra de Punta Ballena, con vistas directas hacia la Laguna del Sauce, el Cerro Pan de Azucar y el mar. A la vez esta singular situación generaba compromisos constructivos que condicionaron las ideas recogidas en el proyecto. El trabajo de ambos estudios logró que el diseño fuera ejecutado tal como había sido concebido con la ejecución del proyecto ejecutivo, el gerenciamiento y la dirección de obra local.
Un punto de partida fue sacar provecho de las espectaculares visuales y también de la topografía del predio. Siendo el paisaje el protagonista indiscutible, se logró una arquitectura de carácter evidente en diálogo con su elemento modelador: la naturaleza. Otro punto de partida fueron los habitantes. El encargo significaba la resolución de una vivienda permanente para una pareja de argentinos de mediana edad, y debía contar con la posibilidad de albergar a hijos y nietos. Este uso alterno implicaba una ocupación máxima por cortos períodos y un gran porcentaje de superficie vacante durante la mayor parte del año; razón por la cual el sector de huéspedes se decidió como un volumen individual. De este modo, cuando no hay visitas, los propietarios habitan con comodidad una sección de la superficie que resulta adecuada: un módulo con muchas cualidades íntimas.
Las áreas comunes y la suite principal se proyectan alrededor de un mismo espacio exterior delineado por impactantes vistas. Un parrillero y comedor de verano techados pautan el eje de la vida familiar. Se optó en el sector principal de la residencia por privilegiar la vista de los atardeceres a través de extensos ventanales, a pesar de su orientación oeste. Un sistema de parasoles móviles de acero corten son utilizados como acertado recurso estético y tamizador de la luz de acuerdo a las necesidades específicas de la zona de dormitorios y oficina. El sector de invitados, por el contrario, busca recibir el sol de la mañana.
La construcción fue un verdadero reto no sólo por su diseño sino también por su implantación. El terreno compuesto por una base de piedra tuvo que ser dinamitado para acomodar la residencia que se levanta en dos niveles. La piedra excavada fue luego reutilizada como material en la construcción, y sirvió de contraste con la gran estructura de hormigón armado. El tratamiento de los materiales, la expresión formal, la implantación en el medio natural y la espacialidad de los ambientes contribuyen a una estética general fuerte, marcada que nos recuerda a las modernas residencias de la década de los años cincuenta.
Fotografía Estudio Asconeguy