En el centro de Punta Carretas, esta casa atraviesa una segunda transformación, más ambiciosa que la primera, que define sus espacios y su manera de habitar. Esta nueva intervención amplía el área construida y también introduce una organización más fluida y contemporánea, pensada para integrar lo cotidiano con lo esencial.
El proyecto incorpora un nuevo escritorio, un estar-comedor con cocina integrada, un parrillero techado y un área de servicios articulada con naturalidad. Todos estos espacios se conectan de forma funcional, dando lugar a una casa que se adapta a los distintos momentos del día y a las necesidades de quienes la viven.
La estructura metálica y los cerramientos de hierro conviven con revestimientos de piedra y madera, generando una paleta material honesta y expresiva. Las grandes aberturas, los ventanales y las claraboyas permiten la entrada generosa de luz natural, y también potencian la relación entre los ambientes y el exterior, haciendo que cada espacio respire y dialogue con el conjunto.
Las terminaciones y materiales elegidos dotan a cada sector de una identidad propia, sin perder la coherencia de un lenguaje común que atraviesa toda la casa. Es en esa mezcla equilibrada entre lo funcional y lo sensorial donde la casa encuentra su fuerza: un proyecto que crece desde adentro hacia afuera, sin estridencias, pero con carácter.
Fotografías Santiago Chaer y Juan Nin
