Lomas de San Vicente

Lomas de San Vicente es una urbanización diseñada por el Arquitecto Martin Gomez que ocupa una de las tierras mejor ubicadas en la zona. Entre Manantiales y José Ignacio, a tan sólo tres kilómetros de La Boyita, el paisaje es franco y guarda el sabor natural, gesto en el cual la Arquitectura, la buena Arquitectura, tiene mucho que ver. Es el caso de la casa que fue encargada, pocos años atrás, en una velada que transcurrió en una de las casas proyectada por el conocido Arquitecto en La Barra. Se trataba de una casa tan singular como todas las diseñadas por Gómez, en este caso, la particularidad estaba dada por el uso de la madera y el hecho de estar construida sobre pilotes. El habitante de la casa que ahora presentamos, aquella noche en casa de amigos quedó subyugado por el ambiente y la atmósfera de aquel edificio. Tanto fue el entusiasmo que hoy recuerda que los días de lluvia, cuando la playa se negaba, paseaba en auto solo por el placer de contemplar aquella casa y su diseño tan particular. «Dicen que los buenos jueces hablan sólo a través de sus fallos; los buenos arquitectos, a través de sus diseños».

Transcurrieron diez años desde aquella cena en La Barra y entonces nuestro habitante buscó al Arquitecto e impaciente y seducido por tomar un atajo, esos que tan solo puede dictar la razón, le consulta por alguna casa de su autoría a la venta. “Búscate el terreno que te guste y hagamos la casa soñada” sentenció el arquitecto Martín Gómez.

Hipnotizado por aquella frase se tomó el primer avión a Punta del Este en busca de un terreno. A seiscientos metros del mar, con vista al este y al oeste, encontró cuatro mil quinientos metros cuadrados con mucho desnivel, atravesados por una cañada o pequeño arroyo que serpentea a lo largo del terreno guiando la recolección del agua de lluvia que baja de los campos para desembocar en el océano Atlántico. Estas particularidades topográficas para muchos podrían resultar un escollo difícil de sortear, pero para este soñador se presentaron como una gran oportunidad para diseñar una casa que se levantara sobre pilotes.

Así surgió una casa puente montada sobre pilotes, producto del desnivel que presenta el terreno y la cañada que lo atraviesa, una planta alta con 145 metros cubiertos, con tres dormitorios, el principal en suite, y 120 metros de deck, de los cuales 80 son techados. La relación entre los metros cubiertos y metros de deck delata la proporcionalidad del uso de los espacios.

La planta baja replica con 265 metros cubiertos. Dos cocheras cubiertas no cerradas que permiten que la casa vuele, una suite completa para invitados, área de servicios, lavadero y tendedero.

Sobre un encadenado de hormigón soterrado, surgen los pilotes que se vuelven a encadenar para sostener los listones donde se apoya la casa construida en madera y techo de chapa.

El agua caliente provista por sistema dual solar-eléctrico ubicado al ras del techo a un agua aprovecha la orientación este-oeste.

Este proyecto fue concebido para la construcción de una casa de playa, la elección de los materiales también. Las casas de verano pueden pasar mucho tiempo cerradas. Llegar, abrirlas y encontrar todo seco, sin ningún rastro de humedad, es solo posible eligiendo materiales no hidrófugos.  Losa de hormigón y paredes de material solo en los baños, siendo uno de ellos medianero con el muro de la estufa a leña interior, lo que le da enorme eficiencia en invierno.

Una de las preocupaciones del habitante era que el diseño de su casa de playa construida en madera lo llevara, inevitablemente, a disponer de una cocina rústica. El estudio de arquitectura lo interpretó a la perfección diseñando una cocina con mesada y alzada construida en acero inoxidable con fregadero integrado en una sola pieza también en acero inoxidable. El interior no destinó espacio al comedor. La mesa de comedor está solo en el exterior, sobre el deck techado. En el interior se ubicó tan solo una barra en U con doble altura donde Martín Gómez combinó mármol para la mesada con caña que reviste las bases.

En el deck exterior se construyó una larga mesa en madera de lapacho, con bancos con respaldo diseñados para extender la sobremesa.

Una casa de argentinos en el Uruguay es impensada sin parrillero. Sobre el deck techado orientado al oeste, con vista hacia los mágicos atardeceres del lugar y protegido del viento del mar, se intercala una barra, también construida en lapacho, con mesa de trabajo y banquetas que la rodean. Imposible contabilizar cuántas botellas se han descorchado allí, confiesan los integrantes de esta familia. Muchos asados fueron rodeando esa barra si haber llegado siquiera a sentarse a la mesa.

La familia usa la casa intensamente en los veranos, con escapadas en otoño, invierno y primavera. Confiesan que cada vez que vuelven a pisar el departamento céntrico de Buenos Aires la primera frase que se les dispara es: “Este piso no cruje”.

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