Por Juan Flores
Pedro Stürmer es un Arquitecto que enseña una fuerte vinculación con el diseño y un talento especial para abordar proyectos de toda escala. En esta oportunidad nos sorprende con un ejercicio de diseño que supone la concepción de una casa en apenas 32 metros cuadrados.
La casa (del latín choza) comprende en su condición las necesidades necesarias para el refugio del habitante. Hace cientos de miles de años, los cazadores dibujaban en la tierra y proyectaban sus chozas a medida de sus menesteres Hoy en día -muchísimo tiempo después- esos menesteres siguen siendo los mismos, pero cimentados a capricho. Casas de cientos de metros cuadrados, dibujos que desafían en altura a la propia naturaleza. Formas y figuras geométricas que pugnan con nuestro organicismo psicofísico, materiales y texturas que alimentan los sueños de habitantes que, en definitiva, buscan refugio y bienestar, al igual que aquellos cazadores. Cuando soñamos en nuestra propia casa imaginamos espacios grandes, cuartos de hospedaje, playroom, toilette y cocina independiente. El arquitecto Pedro Stürmer nos revela que la esencia de la casa está en el aprovechamiento del espacio en la funcionalidad de los ambientes a medida de nuestras necesidades y no viceversa.
Esta casa, ubicada en El Chorro, está implantada en un entorno donde la naturaleza es protagonista. Un gran deck de madera de Lapacho se levanta en el terreno y da lugar a esta vivienda bastante particular. La estructura de hierro rectangular, dividida en tres módulos, es abrazada por chapas metálicas y contenida en sus aberturas por listones de madera que, al cerrarse, logran mimetizar a la vivienda con el entorno y así hacerla parte de la naturaleza circundante. En sus caras laterales, la casa se muestra en forma pentagonal asistida por listones de Lapacho que contrarrestan la chapa metálica y ofrecen una estructura orgánica.
“La casa fue pensada como un espacio que se define a través de la ambientación” nos comenta Pedro. El ambiente principal, destinado a sala de estar, comedor-cocina, tiene lo justo y necesario para una estadía confortable. El rebote creado por el juego dos aguas del techo dimensiona mas aun el espacio y logra integrar a través de las ventanas y los colores puros a la luz natural. La cocina, construida enteramente en madera, funciona como eje esencial en la distribución de los ambientes. “La cocina logra delimitar el espacio destinado a uso social y se desenvuelve por medio de texturas nobles que acompasan la integridad espacial de la casa” a continuación, el baño. La disposición del baño comprende su ubicación al aprovechamiento de la funcionalidad espacial en cuanto a los conductos de las tuberías. Al fondo, el dormitorio. De esta forma, la casa se resuelve en su interior a conciencia. El proyecto resuelve a esta vivienda en una presentación en línea con una gran apertura hacia el exterior a través de las grandes aberturas de aluminio que, al abrirse, se integran al exterior generando un espacio único que se porta hacia la naturaleza.
Fotografía José Pampín
