Dentro del Haras del Polo, surge un conjunto de 18 viviendas apareadas que apuestan a una forma de habitar conectada con el entorno y con los demás. El proyecto se organiza a partir de tres tipologías diferentes, distribuidas de manera orgánica en un terreno amplio, donde cada casa encuentra su lugar sin imponerse sobre la otra.
El acceso al conjunto se da a través de una calle curva, suave y sinuosa, que acompaña la implantación flexible de las viviendas. Leves desfasajes y rotaciones intencionadas entre las unidades permiten una convivencia más generosa y menos rígida, generando espacios compartidos que invitan a la interacción sin perder privacidad.
Uno de los rasgos distintivos del conjunto es la ausencia de cerramientos entre las unidades. Esta decisión proyectual potencia la sensación de amplitud y apertura, y refuerza la idea de comunidad en un entorno seguro y natural.
En planta baja, todas las viviendas comparten una lógica funcional clara: un estar-comedor integrado, un espacio para escritorio o servicios, parrillero pergolado y jardín propio. Cada unidad propone un vínculo directo con el exterior, que se transforma en parte activa de la vida diaria.
En planta alta, se desarrollan tres dormitorios con vistas hacia el jardín. Algunos volúmenes superiores se proyectan hacia el interior del predio con gestos que aportan dinamismo y carácter, permitiendo también mejores visuales y mayor privacidad en los espacios más íntimos.
Este proyecto logra un equilibrio sensible entre diseño, escala y experiencia. Una forma de vivir en comunidad sin renunciar al confort ni a la identidad de cada hogar.
Imágenes Estudio A2T