El refugio del arquitecto. Pablo Gagliardo

Pablo Gagliardo es arquitecto. Su estudio se dedica a proyectar y construir edificios y torres. Vive y trabaja en Rosario pero también tiene obra ejecutada en Buenos Aires. Veraneante regular de Punta del Este un par de años atrás decidió construir su casa más allá del ruido. Dedicó tiempo y mucho esmero a la elección del terreno. Finalmente optó por un solar de metraje regular pero con una ubicación excepcional, primera línea frente a la playa de El Chorro. La casa que proyectó puede ubicarse en la línea del brutalismo, hormigón armado y vidrio. Allí se levanta un templo que oficia de refugio.

 

Pablo Gagliardo es un hombre joven y deportista. Arquitecto y soltero empedernido, dedicó tiempo a proyectar su segunda casa en El Chorro. “Mis padres siempre veranearon en Punta del Este y actualmente tienen un apartamento en la Playa Brava. Viajar hasta aquí en distintos momentos del año supone un punto de quiebre en la rutina que me oxigena y me permite continuar trabajando en los proyectos de mi estudio, pero con otro tiempo”, nos comenta, al tiempo que emprendemos el camino que nos propone la singular escalera que enfrentamos desde el ingreso mismo a la casa.

Desde la ruta 10, camino que transitamos regularmente, la casa llama nuestra atención. Algo así como una torre de hormigón armado que se levanta como un edificio que en planta baja está cerrado y se abre en su nivel superior con enormes ventanales y una gran terraza que vuela sobre el edificio.

“Proyecté la casa asumiendo como vivo y como me gusta vivir. La habito solo o recibo a la familia y los amigos. La idea es que estando solo no me quede grande y con huéspedes no me quede chica, con lo cual resolví el tema generando una planta abierta y muy funcional, que es la principal, en el nivel superior, una planta intermedia, donde ubiqué tres dormitorios en suite y una planta inferior, en la que generé espacio para un estudio, las dependencias de servicio y un par de dormitorios más. Cada nivel tiene sus accesos independientes y llegado el caso, con ocupación plena, es posible transitar por la casa sin encontrarse con nadie…”

La casa fue construida en hormigón armado, vidrio y madera. La breve nómina de materiales refiere a un concepto de la estructura que es la que domina el arquitecto Gagliardo. Dios está en los detalles, sostenía Mies y de ello tomó nota Gagliardo. El edificio fue proyectado para aprovechar el desnivel natural que proponía el terreno, nivel que incluso fue aumentado por la obra, para alcanzar la mayor altura posible y con ella captar mejores vistas sobre la playa.

El acceso a la casa, que no tiene fachada a nivel de tierra, se limita a una puerta que nos permite optar por ingresar al gran salón destinado a estudio o emprender la cuesta que facilita una escalera construida con tablones de madera adosados a la estructura, solo por uno de sus lados. El lado escogido es el que se apoya en el muro lateral exterior. Cada tablón genera una línea que se continúa del lado exterior en una escalera gemela construida en hormigón. El acceso al segundo nivel es un hall a mitad de camino que nos conduce hacia los tres dormitorios en suite. El final de la escalera está en el tercer nivel y enfrentamos una planta libre a la que accedemos por su parte posterior. Allí encontramos una caja de madera que contiene el área de servicio y despensa de la cocina, que se abre mediante un mostrador hacia el gran ambiente limpio en el que funcionan el comedor y el estar. Los ventanales laterales y frontales convierten al espacio en una gran pecera donde la luz natural, a toda hora del día, reina. La gran terraza que ocupa la fachada principal se integra a este espacio, ya que los ventanales que delimitan área corren sobre rieles y se abren casi en su totalidad. En esta terraza, que vuela sobre la playa que enfrenta, la piscina de borde infinito corona una situación ideal.

La decoración apela en todos los casos a piezas de diseño clásico y contemporáneo y la evidente preocupación del habitante pasa por la funcionalidad, la comodidad, pero sin polución visual.

Hacia el fondo de la casa y recostados sobre la cocina, un comedor abierto que incluye parrillero y un deck generoso que refiere a prolongadas sobremesas. Más allá, el verde de un breve, pero encantador jardín, que incluye un fogón y un ingreso lateral, caprichos del lote adquirido.

 

Fotografías José Pampín

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