Edificio Ros / Estudio Seis

Ubicado en el barrio de Punta Carretas en Montevideo, se erige este edificio que desafía las convenciones arquitectónicas y cautiva la mirada de quienes lo contemplan. Con su planta principal y cuatro niveles de altura, este proyecto combina una estructura extravagante con una distribución interior única, creando un ambiente de lujo y sofisticación para sus habitantes.

El edificio se presenta con una forma singular y un gesto audaz que enmarca su centro. Un volumen rectangular de hormigón se despliega de manera imponente, delineando claramente la distribución de las unidades. Esta estructura excepcional crea un contraste llamativo con el entorno, convirtiéndose en un edificio que atrae la atención de todos los transeúntes. Asimismo el uso del ladrillo visto, genera una vinculación armoniosa y cálida a la fachada. El uso del mismo, como una reinterpretación de la típica traba tradicional de colocación, va generando planos modernos y texturas audaces que van delimitando los espacios y generando un atractivo juego de sombras.

Las unidades de planta baja están diseñadas para brindar una experiencia residencial única. Cuentan con entradas independientes que aseguran la privacidad y la exclusividad de cada unidad. Además, en los niveles superiores, se encuentran ambientes en dúplex de doble altura y un gran loft en la última planta, que ofrece una sensación de amplitud y sofisticación. El diseño interior ha sido cuidadosamente concebido para proporcionar comodidad y funcionalidad en cada espacio, creando un ambiente acogedor y elegante. La elección de los arquitectos de posicionar espacios en doble altura en las unidades, tiene la finalidad de lograr que la luz natural inunde los ambientes, generando una espacialidad sobresaliente, como así lograr una vinculación mas intima entre las unidades del complejo.

Una de las características distintivas del edificio es la presencia de jardines privados en la fachada posterior de las unidades ubicadas en planta baja. Estos espacios al aire libre permiten a los residentes conectarse con la naturaleza y disfrutar de un entorno tranquilo y sereno en medio de la ciudad. Los jardines se convierten en extensiones de los espacios interiores, creando un equilibrio entre la vida interior y exterior.

El edificio sorprende con una mezcla de texturas que crea un impacto visual excepcional. El bloque de hormigón, que resalta la arquitectura nacional, está revestido con ladrillo, rescatando elementos tradicionales y otorgando una identidad única al edificio. Estos elementos se ven realzados por los grandes ventanales que rodean la estructura, generando transparencias y un diálogo entre el interior y el exterior. La fachada posterior se distingue por la distribución rítmica y armoniosa de las ventanas, que acentúan la verticalidad del edificio y hacen que el ladrillo resalte aún más.

Encuentra la nota completa en Revista Arché #179

Redacción Martín Flores

Fotografía Marcos Guiponi

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