La simplicidad formal del diseño, lejanamente emparentada con el espíritu nórdico, genera un interesante juego de formas geométricas que señalan especialmente el triángulo que genera la cubierta a dos aguas que genera el eje en cruz de la estructura. La economía de materiales enriquece la propuesta asignando un valor conceptual muy definido a la casa. La casa se levanta en uno de los predios de la urbanización Viñedos de La Tahona y entonces la fachada niega al exterior que se reserva para un jardín encantador para el cual la fachada cerrada de la casa es un telón singular. Los espacios interiores, abiertos hacia el jardín posterior, resultan especialmente atractivos en el juego de alturas y ángulos que genera la cubierta.
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Redacción Martín Flores
Fotografía Aldo Lanzi
