La casa se distingue por un diseño intrincado basado en su disposición y su cubierta. El volumen nace con un imponente cubo de doble volumen anclado bajo un techo de cuatro aguas. Un gran voladizo abraza la estructura y la recorre, generando espacios lineales que se integran armoniosamente con la estructura principal de la vivienda. La intersección de estas dos estructuras crea una terraza que se asoma sobre el gran jardín, aprovechando las vistas excepcionales del lugar, un barrio el jardín y estableciendo un vínculo estrecho con el interior de la casa.
El gran desafío de este proyecto al tener el frente de la casa con orientación norte, fue diseñar el jardín y las áreas recreativas (parrillero, galería y piscina) en el área de acceso a la vivienda, jugando un rol preponderante el paisajismo para lograr dicho propósito.
La paleta de colores y texturas utilizada en la estructura, el revestimiento y el tejado sigue el estilo moderno, caracterizado por la incorporación de pocos detalles ornamentales. Este estilo persigue una imagen pulcra y llena de líneas rectas y sencillas, tendiendo hacia el minimalismo. Además, las texturas y tonalidades aportan un toque rústico y elegante, otorgando un aire de distinción a la decoración. Esta estética se inspira en el estilo toscano italiano, incorporando los colores característicos de esa región tan singular.
En el interior de la casa, la continuidad con el diseño exterior es evidente. En la planta baja, se encuentran los espacios sociales muy cómodos en los que prevalece la pureza de colores y tonalidades. En las áreas exteriores se manifiesta con la irrupción de colores más fuertes cierto eclecticismo que se integran con armonía y que define el living principal, donde el hogar se presenta como protagonista. Las grandes aberturas crean un estrecho vínculo con la vida exterior, fusionando los ambientes interiores y exteriores.
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Redacción Diego Flores
Fotografía Marcos Mendizabal
