LATENTE, Eduardo Cardozo y El envío a Venecia

El proyecto Latente es el envío oficial del Ministerio de Educación y Cultura a la 60.a Exposición Internacional de Arte de La Biennale di Venezia. Presentado por el artista Eduardo Cardozo, con la curaduría de Elisa Valerio y la colaboración de Álvaro Zinno, fue seleccionado por unanimidad del jurado para exponerse en el Pabellón de Uruguay entre el 20 de abril y el 24 de noviembre de 2024.

Latente es una propuesta inmersiva que genera un acto relacional entre dos pintores a la distancia: el artista uruguayo Eduardo Cardozo y el veneciano Tintoretto. Este diálogo consta de tres momentos: el desnudo, las vestiduras y el velo. El desnudo, por una parte, es la pared del taller de Cardozo, trasladada a Venecia por medio de la técnica del stacco. Las vestiduras, por su parte, son una interpretación que hace el artista uruguayo de uno de los bocetos para El Paraíso de Tintoretto. Por último, el velo es una tela cosida a partir de los retazos de liencillo utilizados para el traspaso del muro del taller. Así, se genera un contrapunto entre Uruguay e Italia, sur y norte, entre la obra de Cardozo y su reinterpretación del cuadro de Tintoretto. En primer lugar, Cardozo decide exponer la piel de su taller y traslada a través de la técnica del stacco las capas superficiales de las paredes de su atelier. De esta forma deja al descubierto su porción más íntima como artista, el desnudo, el espacio en el cual concibe y produce sus obras. Estas paredes dejan entrever su uso y afectación en el transcurso del tiempo; son testimonio y dan cuenta física y estéticamente de su proceso de trabajo y el devenir de su pensamiento e investigación artística. Esta pared descascarada pone de relieve la fragilidad del artista y su obra, lo expone en su desarraigo; no existe el artista sin su contexto, sin un marco que lo contenga. En esta sala prismática de líneas puras y frías, las paredes del taller de Cardozo dejan de ser envolventes y pasan a ser un injerto sobre una única pared en forma lineal, resaltan en su otredad al cambiar de emplazamiento. De esta manera, la pared se vuelve un acto de extranjería en Venecia: una pared uruguaya habitando una pared veneciana. En segundo lugar, como un viajero, Cardozo se traslada en el espacio y en el tiempo para indagar sobre el lugar al que se dirige: Venecia. Es en esta investigación que haya uno de los dos bocetos de la obra El Paraíso de Tintoretto. Este gigantesco lienzo, ubicado en el hall del Museo Nacional Thyssen- Bornemisza de Madrid, fue restaurado en un extenso proceso entre 2012 y 2013. Es justamente este proceso lo que cautivó a Cardozo. A partir de allí, el uruguayo decide rehacer las vestiduras de los personajes del cuadro. Así, realiza una reinterpretación volumétrica en liencillo, lienzo y lino moldeados y pintados con óleo y acrílico.

Con su interpretación no busca imitar el original en otro formato, sino más bien extraer de éste un modo de hacer, una cierta gestualidad característica del veneciano. En estas telas Cardozo recupera esa sensación de enredo y retorcimiento propia del incipiente manierismo del veneciano. Estos conjuntos de telas se presentan como cúmulos flotantes con gran fluidez y armonía. Los colores venecianos danzan en un gran diálogo de formas orgánicas. Los bordes de las telas se disuelven unas con otras. Así, Cardozo vuelve a vestir a los personajes de Tintoretto, cubriendo su desnudez.

Por último, en medio de la sala cuelga el velo. Una tela liviana y traslúcida compuesta de los retazos de liencillo utilizados para trasladar las paredes del taller del artista cosido. Prevalece una sensación de gasa, que muestra tanto como oculta. Esta veladura nos ofrece un espacio liminal, es la transición entre la desnudez de las paredes del taller y la vestidura de los personajes de Tintoretto. Es, a su vez, un obstáculo en el encuentro entre estos artistas y su obra.

Nos propone un juego de seducción entre las otras dos piezas. Casi como si se tratase de un cortejo, estos retazos nos permiten ir desentramando las diferentes piezas, que se van develando bajo una luz difusa. Esta membrana semipermeable nos invita a conocer al artista y a conocernos a nosotros mismos en su reflejo. En este acto relacional, Cardozo aprende y conoce tanto sobre Tintoretto y Venecia como sobre sí mismo.

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