Juan Carlos Areoso ha dominado la escena del diseño nacional en las últimas tres décadas. Sus obras han sido premiadas reiteradamente por sus pares y cuenta con el reconocimiento social y comercial local y regional.
¿Es más caro contratar a un interiorista para resolver la escenografía que habitamos?
— Definitivamente no. Contratar a un profesional, preparado, capacitado y con experiencia redunda en un beneficio económico grande, pero más importante que eso, supone el beneficio de acceder a lo mejor, último y más conveniente, siempre.
¿Cómo se estructuran y fijan los honorarios profesionales y qué incluyen?
— La relación entre el habitante y el profesional se teje a medida de las circunstancias, puede tratarse de un porcentaje sobre el total del proyecto o un honorario fijo, todo depende. En lo personal y luego de tantos años de experiencia trabajo con honorarios fijos, lo que me permite absoluta libertad al momento de elegir los elementos que considero ideales para el proyecto.
Acerca del método de trabajo, ¿cuáles son las etapas fundamentales con las que comienzan cada proyecto?
— Con el transcurso del tiempo he desarrollado un don que siempre me ha acompañado, el don de la lectura de los espacios y las personas, con lo cual tengo una facilidad increíble para leer las situaciones, descubrir sus ventajas, desventajas y potencialidades. Lo más importante sucede en lo previo, conocer a los habitantes, empatizar con ellos, entenderlos y comprenderlos, tarea fundamental que me permite luego recorrer el espacio y descifrar las soluciones que siempre están allí. Luego soy obsesivo con los detalles, razón por la cual me gusta plantillar y preverlo todo. Cuando tengo el proyecto resuelto comienza la obra y allí, que es cuando el proyecto se hace realidad, atiendo los problemas puntuales que toda obra trae consigo. Pero el plan maestro es el original.
¿Cómo se leen los espacios? Nos interesa conocer cómo es el proceso de reconocimiento y aproximación a los ambientes sobre los cuales debe intervenir.
— Los espacios hablan. Y mandan, condicionan. La mirada exhaustiva, la caminata lenta y a distintas horas, la capacidad de imaginar paredes que no existen o espacios sin las paredes que existen. Sentir al espacio. Mi experiencia me lleva a concebir colores, texturas, luces y sombras. En todo proyecto el secreto está en la capacidad de sentirlo, entenderlo y conocerlo.
El habitante… ¿siempre tiene razón?
— En la medida en que nuestro trabajo es para que otro lo habite, siempre tiene razón. Los caminos y las propuestas muchas veces chocan contra incomprensión, falta de conocimiento. Allí juega el conocimiento, la preparación y formación del profesional. Estamos preparados para trabajar con el espacio, para concebir soluciones prácticas y con sentido. Y a veces agregamos magia y sentimiento. Somos creadores de atmósferas. Suele suceder que el habitante llega hasta el estudio con una idea predeterminada. Luego de conversar, conocernos, vamos adentrándonos en la realidad. Y aparecen los “para que” y “por qué”. Luego debo trasmitir mis sensaciones, mis ideas y de ese intercambio surge siempre lo mejor.
Estética y función, ¿hasta dónde y cómo?
— Creo que hoy esa dicotomía está superada. La función es primordial, si es un comedor, se debe poder comer cómodo en él, lo mismo si es un dormitorio, un estar. Lo que fuera. El sentido que tiene la forma que le damos siempre parte de una función. Lo que nos distingue a los profesionales está no en el gusto, sino en la capacidad de agregar poesía y sabor a todo aquellos que proyectamos. No se trata de imponernos, pero a partir de nuestra razón de ser, nos buscan y nos contratan, debemos hablar, explicar y, por supuesto, ser escuchados.
¿Cuáles son las influencias sobre las que se sustenta conceptualmente su trabajo?
— Somos responsables de la escenografía donde transcurre la vida. Generamos atmósferas, moldeamos espacios y logramos que todo tenga un sentido que se relacione con la forma de ser del habitante. Algo así como magos prácticos. La defino también como mi capacidad de poder crear, transformar adecuando el espacio a las emociones, a las necesidades y a la estética de los habitantes.
¿Cómo define su trabajo profesional?
— Por mi formación académica, estudié Ingeniería, las estructuras me resultan familiares y moldeables. También a esa formación inicial le debo el rigor en el trabajo, la planificación y el culto por el detalle. Luego mi pasión por la estética me ha permitido formarme en el mundo del diseño, dentro del cual he recorrido el largo camino que va desde el mundo clásico hasta el moderno. Me he detenido puntualmente en el mundo de la luz. La iluminación es una herramienta fundamental para la construcción de espacios y la generación de climas. Mi vocación por las artes plásticas me ha llevado a practicar la pintura y la escultura, con lo cual mi formación es singularmente completa. Pero nada de ello explica lo que soy capaz de hacer. Me defino como un creador. Con todo lo que ello representa.
CUESTIONARIO ayd
- Un libro: La vía del creativo, de Guillaume Lamarre
- Una pelicula: Hermano sol, hermana luna. (Franco Zefirelli)
- Un trago: Aperol
- Una serie: Merlí
- Música: Clásica, Lara Fabian, Zas, Pierre Bachelet
- Gusto de helado: Limón, maracuyá y chocolate
- Un equipo de fútbol: Real de Madrid
- Una comida: Todo lo sano
- Un referente histórico: Leonardo da Vinci

























