La arquitectura como contenido, PABLO SZAMES

La obra de Pablo Szames la encontramos en Pocitos, Parque Battlle, Cordón y destaca en el contexto de la serie de nuevos edificios que se han construido en la última década a partir de la franqueza, simplicidad y aportes plásticos al paisaje de una ciudad que se desarrolla y actualiza. Descendiente de polacos y alemanes, Pablo y su hermanos Gabriel y Andrés, integran la segunda generación nacida en el país. Graduado en la UDELAR en el año 2006, en en el año 2008 abre su propio Estudio, luego de varias experiencias que le permitieron cimentar los principios formales, prácticos y emocionales, construye, todos los días, su lugar en el mercado local.

Pablo Szames se graduó en la Facultad de Arquitectura UDELAR, en agosto del año 2006 y finalizó, en el año 2015, su MBA en la Universidad de Montevideo. Su niñez y adolescencia transcurrió entre Pocitos y Punta Carretas. Creció frecuentando la carpintería de su padre Santiago, fundada por su abuelo, y es allí donde registra su primer contacto con el mundo del trabajo y el comercio. Sin antecedentes familiares que lo influyeran, la arquitectura se le reveló como una opción de vida mientras cursaba secundaria y de la mano del Profesor de dibujo que le enseñó las posibilidades infinitas que suponía trabajar con el espacio.

Recuerdo que en el Ariel, el Profesor de dibujo, Daniel Vazquez, dibujaba con una facilidad increíble, era todo un artista. Mientras nos explicaba sobre la perspectiva generaba ambientes donde ubicaba personajes y nos relataba como vivían. Estos cuentos que apoyaban la lección resultaban en historias fantásticas donde me maravillaba descubrir como era posible ocupar espacios, generarlos, experimenté la fascinación por el espacio a partir de la materialización de una escena a través de un dibujo. En fín, allí sentí que se me abría todo un mundo de posibilidades. A esto le debo sumar las características especiales del profesor, un gran bohemio que llegaba al colegio en bicicleta, respetaba poco los horarios y en realidad exhibía un aire trascendente despreocupado por todo aquello que no fuera el dibujo, su pasión. La importancia de los docentes es algo que nuestra sociedad ha olvidado y que es importante recuperar. En mi familia, que es muy breve, no tengo profesionales, de hecho soy el primero en acceder a un título, y debo reconocer la influencia de los docentes que en mi vida fueron determinantes…

En el año 2008 fundó su estudio con la convicción de generar un formato de trabajo basado en la filosofía de asumir el hecho arquitectónico como un lento proceso basado en el diseño riguroso, la comprensión del espacio y su contexto, tomando al habitante como centro. Trece años después, su pasión por el trabajo se ha visto tonificada y enriquecida por experiencias de vida que le permiten una mirada más distante, más profunda. Sus proyectos resultan singulares desde que en esta etapa se trata de Desarrollos integrales en los que el diseño establece diferencias.

Mientras estudiaba sentía la imperiosa necesidad de trabajar. No concebía llegar al título sin experiencia alguna y en aquel entonces para mí la actividad comercial era un mundo del que ya tenía alguna referencia. Mi padre no quiso que me integrara a la carpintería, ciertamente tenía las cosas más claras que yo y me confesó su temor a que me distrajera, quería que me dedicara al estudio. Fue así que comencé a buscar un trabajo vinculado a la construcción. Mi primer trabajo fue con Campiglia Construcciones, luego en NOVA, una empresa constructora donde descubrí el mundo de la obra y me apasionó, tanto que poco tiempo después, junto a dos compañeros, Alvaro Pérez y Oscar Ferrari creamos una empresa constructora. Estos pasajes fueron en todos los casos breves pero muy intensos. Hasta que instalé mi Estudio, en el año 2008.

El proceso de crecimiento y desarrollo profesional de Pablo Szames tiene mucho que ver con su inquietud por hacer, por ser y en esos años formativos, la Facultad significó un momento particularmente importante.

Mi ingreso a la academia resultó en una experiencia de vida fermental, hasta entonces mi mundo de relaciones se limitaba a la frecuentación de amigos, clubes y colegios de la colectividad. Llegar a la Facultad significó conocer y frecuentar a diario a gentes de la más diversa condición social, política y religiosa y todos eramos iguales. Estudiar acerca del espacio y las estructuras que lo conforman, delimitan y establecen, adquirío entonces un sentido disinto, donde descubrir que en la diversidad está la riqueza me aportó un crecimiento personal determinante, tanto como para afirmarte que en buena medida en mis proyectos actuales, al abordar el diseño de plantas y concebir la dinámica de funcionamiento de los espacios que genero, aplico mucho de lo aprendido entonces. Todos somos seres singulares, nos parecemos mucho, pero todos somos singulares. En conecuencia la arquitectura también debe ser un hecho singular. Esta idea trasladada al formato en el que proyecto en el que actualmente trabajo es todo un reto que enfrento con nerviosismo y ansiedad, pero la convicción de que es imporante. Cada espacio lo imagino como un mundo donde el habitante debe poder vivir y ser.

Lee la nota completa en la Revista Arquitectura&Diseño Nro. 156

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