Sorprendió a propios y extraños en la muestra en honor a la China Zorrilla, a principios de año en el icónico museo Zoriilla, un lienzo de gran tamaño de la joven artista plástica Florencia de Palleja. El mismo comulgaba, junto a otras obras de arte y destacaba.
Florencia cuenta 26 inviernos, es joven. Oriunda de Rivera, pareciera que es artista plástica desde siempre…
“mi madre siempre cuenta que desde muy chiquita dibujaba círculos todo el tiempo. ¡Crecí en un contexto en dónde se hacían muchas cosas con las manos, mi padre creaba juguetes y hasta llegó a construir una lancha! Todo con sus manos”.
Sin contemplar la posibilidad de ejercer como artista, su talento y sensibilidad fue acompañada por su familia desde siempre; en Rivera asistió a cuánto taller pudo; cerámica, arte, dibujo… todo mientras cursaba primaria y liceo.
“tuve un año de taller con el artista Luis Arias -alumno de Clever Lara- en dónde profundicé mis conocimientos en cuánto a técnicas y formas. En aquel momento no imaginaba trabajar en el mundo del arte, me gustaba la filosofía y quería ser ingeniera; pero el arte siempre estuvo y vivió conmigo”.
Tras cumplir la mayoría de edad, Florencia se mudó a la capital de Uruguay, Montevideo, para asistir a la facultad de Ingeniería, facultad en dónde cursó dos años. La mudanza supuso alejarse de su familia, su zona de confort y enfrentar varios mundos hasta entonces desconocidos.
“Siempre fui un poco tímida, mi experiencia en la facultad de Ingeniería no fue mala, pero tampoco la mejor. Recuerdo vivir todo aquello un poco sola; o así me sentía. Era todo muy frío, no logré integrarme del todo. Mientras cursaba las materias en la facultad, me inscribí en el taller de Clever Lara, ¡en dónde aprendí muchísimo! Pero tal vez por aquella sensación de “soledad” no logré integrarme en aquel taller tampoco. No me supe encontrar ahí”
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Redacción Diego Flores
Fotografía e imágenes José Pampín / Florencia de Palleja
