El proyecto del estudio BZ consta con el manuscrito exacto de la típica estancia colonial. La obra fue llevada a cabo con el Cerro Pan de Azúcar de testigo. Correr más de una vez el Camino de Santiago de Compostela parece ser inspiración suficiente para el propietario de una chacra en Piriápolis. Admirar las antiguas edificaciones en más de una ocasión fue de a poco generando una ilusión: el día que pudiera hacerse una chacra, ese sería su estilo. Fotos y revistas españolas sirvieron de apoyo para dar vida a la residencia. Para los arquitectos a cargo, lograr que el nuevo proyecto se asemejara a una construcción de época fue todo un desafío. Desafío que disfrutaron de principio a fin. Hubo que comenzar de cero, por definir la implantación en un terreno agreste. Se estudió su orientación, un balance entre el asoleamiento y las vistas al Pan de Azúcar. Hubo también que intervenir en el paisaje, en el acceso, en el trayecto que guiara a la vivienda. La casa se estructura en dos niveles. Áreas sociales con salida al jardín en planta baja y tres dormitorios más y una sala de TV en un segundo piso. Hasta aquí la configuración se lee estándar, pero los espacios juegan con una variedad de desniveles que enriquecen y acompañan la estética española tan buscada. Se reciclaron materiales usados de demolición, como piedra, madera rústica y tejas. A los nuevos elementos se les dio una apariencia antigua, se eligieron pisos artesanales de calcáreas rojizas. BZ estuvo involucrado también en el diseño de un gran porcentaje del equipamiento interior: mobiliario, luminarias de hierro oxidado, todo con fuertes reminiscencias hispanas y de aspecto rústico, añejo. Los espacios exteriores también juegan un rol importante en la vivienda. El vínculo con el verde, con las extensiones infinitas de campo, con el cerro Pan de Azúcar a la distancia, puede observarse en sus terrazas. Grandes aberturas, áreas abiertas acondicionadas, barbacoa y piscina con desborde y espectaculares vistas del paisaje natural. Un diseño que sabe dialogar con el contexto y se adapta con facilidad al particular programa. El lenguaje seleccionado, la mezcla de materiales y tonalidades y la volumetría son de una confortante calidez. El resultado presenta una arquitectura que escapa a la pureza de la estética moderna y ofrece, en su lugar, un viaje al pasado, a la península ibérica.
Fotografías José Pampín