Esta casa de veraneo es un reflejo del excelente manejo de los materiales que caracterizan al arquitecto. Aunque no es un manejo dado por la cantidad, es un manejo que surge de la selección, del uso fino y apropiado para el proyecto y su entorno. Pocos alcanzan tal expresividad con mínimos recursos. En este caso, la piedra es protagonista. Lejos del empleo obvio, repetido hasta el hartazgo, Diego Montero trabaja la piedra como componente esencial de la arquitectura y no como parte de un decorado. No es revestimiento, no es una textura agregada, la piedra acá se vuelve parte de la forma, del contexto.
En José Ignacio, Maldonado, sobre un predio elevado en las cercanías de la playa, se asienta la siguiente vivienda que sobresale por su delicada presencia. Y es que el paisaje así lo exigía. Sin agredir al entorno, en un predio verde, despejado, la construcción cobra fuerza, delinea su contorno con notoria claridad. La imagen del conjunto queda definida por la combinación del hormigón y la piedra. Sin embargo, el resultado carece de esa cualidad pesada que estos materiales suelen arrastrar. No presenta rigidez, tampoco frialdad. La transparencia de los planos vidriados, la volumetría sugerente, recortada, ofician de contrapunto a una estructura sólida.
En el interior, un juego de desniveles desarma la composición habitual. Juego que se percibe desde el exterior, desde una morfología que recorre la variedad alturas. Una planta en forma de “U” ordena al centro el área de estar. Un ambiente atravesado por la luz y las visuales al mar. Sobre las puntas y en distintas plantas se ordenan los cuatro dormitorios y la cocina. Los espacios exteriores, parrillero y piscina quedan casi contenidos entre los límites de la construcción. Diferencia de niveles, escaleras y muros en piedra dibujan el jardín posterior que pone foco en la gran piscina. Por último, una serie de palmeras estratégicamente colocadas realzan el gris de la arquitectura que parece no necesitar más nada para alcanzar una perfecta armonía con el paisaje del balneario.
El diseño de los ambientes posee la misma fuerza, la misma cohesión que presenta su apariencia. Superficies oscuras otorgan dramatismo a la escalera o la cocina; toques de color en objetos seleccionados realza la paleta monocromática de las superficies lisas, hormigonadas. Una residencia que equilibra la serenidad propia de una casa de playa con una cuota de marcada personalidad.
Fotografías Estudio Diego Montero