“Las plantas no crecen más de lo debido, se controlan entre ellas, la naturaleza es muy sabia. La ciudad ha crecido en forma insana y las personas tienen derecho a ser sanas. Si respetas la naturaleza ella misma te va enseñando que hacer y que no.”
Nordelta es una urbanización en la capital de Buenos Aires, de más de mil hectáreas, con lagos y una amplia biodiversidad. Esta casa fue una síntesis para una familia para la que ya había realizado entre seis y siete obras, primero a los padres, luego a varios de sus hijos y nietos. En esta obra se practica nuevamente la protección del medio ambiente, ubicada en un agradable barrio, donde la envolvente espacial le brinda intimidad a la pareja y su familia.
La urbanización donde se inserta la obra representa la huida de la locura de la megalópolis hacia los suburbios en busca de paisaje y la tranquilidad. El centro se rehace en estos lugares nuevos cuando la ciudad ha tenido un crecimiento inadecuado y nos rechaza como habitantes. Esta obra representa varios de los elementos mencionados dentro de los lineamientos de la arquitectura orgánica, propia del arquitecto, con su natural evolución, donde con los años se mejoran las soluciones. La entrada se realiza por succión hacia un atrio en presencia de un espejo de agua, desde allí se distribuyen los ambientes en un fluido recorrido donde la casa se va abriendo hacia el paisaje, generando un camino visual y emocional muy rico. La fachada frontal presenta la hermeticidad necesaria para brindar intimidad a la familia, mientras que su fachada posterior se abre al lago y la naturaleza que lo rodea.
Fotografías José Pampín