En Santa Mónica, antes del puente de la laguna de José Ignacio, nos encontramos con la Playa del Pepe. Y es una de las playas más lindas de la zona. No hemos podido verificar el origen de su nombre con lo cual nos quedamos con la idea de que se relaciona con José Ignacio, el –abridor de caminos- que gestó la fundación del pueblo y de manera especial con un personaje que así se llamaba y frecuentaba el lugar. En esta playa, que muchos amantes del surf visitan regularmente, también se practica ala delta y aprovechando sus particulares características también es común que al atardecer lo frecuenten jinetes solitarios o en excursiones organizadas. Lo cierto es que se trata de un lugar con una impronta paisajística definitivamente particular. Es una obra idiosincrática. Está contenida por dos planos que se cruzan por detrás, orientados hacia el mar y el sur, expresa nuestro carácter, más jugado y trashy en una envión optimista, el norte, el sol, la laguna. Dos plantas y entrepiso. Los planos casi ciegos protegen del viento dominante, de sudeste a sudoeste. Al norte: laguna, chabolas de pescadores y sol. Las vistas hacia el océano enfocadas por ojos de buey. En planta baja: acceso, cocina y baño/vestidor, Planta alta: salón y balcón; entrepiso: nido para dormir. Por ordenanza la planta baja debe elevarse sobre el terreno 1m en promedio, generando un subsuelo espacio abierto: bar/ parrillero/ terraza. Las fundaciones enterradas son de hormigón armado. Estructura vertical, cabios bajo pisos y refuerzos diagonales de eucalipto canteado. Estructura secundaria de eucalipto colorado 50mmx100mm. Aislación vertical térmica e hidrófuga lana de roca y tyvek. Techo de isopanel (chapa/ poliuretano expandido 150mm/chapa). Por casualidad un cliente reemplazó muchos metros de terrazas de lapacho, que compré y usé para las superficies interiores. Piel exterior de chapa ondulada pre pintada blanca. Carpintería de vidrios fijos: muro cortina de alfajías de pino con rebaje para vidrio, paños corredizos o de abrir de aluminio. Para ojos de buey: ventanas de aluminio cuadradas que ajustan contra un burlete de goma al borde del cilindro de chapa galvanizada. La estufa económica de doble combustión cocina, genera agua caliente y calefacción por radiadores. Superficies grandes de vidrios simples se orientan al sol reciben calor en invierno por efecto invernadero. Hacia el sur las ventanas son pequeñas, la doble envolvente de muros de madera aísla del frio. Con ventanas cerradas el calor de la cocina sube al salón y se concentra arriba, en la zona de dormir. En verano, época de viento, se protege de la radiación solar con cortinas, que generan ventilación cruzada y efecto chimenea: escape de calor por las aberturas de la planta más alta.
DIEGO MONTERO. Es prácticamente imposible hacer más de dos cuadras por esa angosta franja sobre el mar que va desde el puente de La Barra hasta la laguna Garzón sin cruzarse con alguna casa u obra suya. Y si bien es cierto que el mero aspecto cuantitativo es impresionante — desde el año 90 ha construido un promedio de entre diez y quince casas por año—, tal vez sea más interesante aún el hecho de que muchas de sus obras — como el restaurante Los Negros, en José Ignacio, de principios de los 80 o el más reciente hotel de Garzón, ambos de Francis Mallmann— hayan sido la piedra fundacional y el motor de arranque de notables desarrollos. A juzgar por su estilo personal más bien lacónico, renuente y teñido de una cierta parquedad de herencia escandinava, seguramente le incomodaría ser considerado un trendsetter influyente. Lo cierto es que un porcentaje sorprendente de lo más representativo del paisaje de Punta del Este de los últimos diez años ha salido de su estudio.