Marcio Kogan es una referencia ineludible para analizar la arquitectura de nuestro tiempo. Sus edificios, torres y casas transmiten la vitalidad, claridad y transparencias que refieren a las inquietudes que como habitantes todos compartimos actualmente. Sus volúmenes tienen ritmo y una gracia particular, la que los convierte en cajas habitables dentro de las cuales los habitantes desarrollan vidas plenas y genuinas. Y al mismo tiempo dotan al paisaje, urbano, rural y semi rural en los que suelen construirse, testimonios que dan cuenta de algo más que buenas ideas. Aportan una visión singular en la que el regionalismo no riñe con la internacionalización de las formas. Es algo así como un lenguaje en el que la lengua es una sola y dice lo mismo. Hemos conversado con él, por teléfono y via zoom en varias oportunidades. Su agenda, realmente impresionante nos ha privilegiado con minutos que valoramos de manera especial. Lo que sigue es el resultado de nuestro último encuentro, que como en los anteriores, constituye la antesala para el siguiente.
Marcio Kogan es un paulista de pura cepa. Nació en el año 1952 y es hijo de un Ingeniero y arquitecto de gran ascendencia en el proceso de desarrollo y crecimiento de esa megalópolis. Su obra lo ha convertido en una de las estrellas en el firmamento plástico mundial con lo cual ha recorrido mundo y ciertamente ante la opción de elegir cualquier ciudad del mundo para vivir, siempre elige San Pablo y de hecho habita en un apartamento de un edificio proyectado y construido por él, una torre de catorce pisos.
…me preocupa mucho proporcionar placer con mi trabajo… afirma como al pasar. Para eso insiste, con vocación natural y espontánea en concebir estructuras donde los límites resulten imprecisos y así el –adentro- y el –afuera- por momentos se confunden. Su visión acerca del hecho arquitectónico no es nostálgica pero si memoriosa. Trabaja a partir del estudio y conocimiento de las últimas tecnologías aplicadas a la construcción pero sin olvidar aquel gesto original que pasa por contener, abrigar y generar condiciones para que la vida transcurra como debe, con humanidad, sencillez y espontaneidad.
… al repasar las imágenes de la avenida paulista a principios del siglo pasado, cuando la ciudad contaba con apenas cien mil, ciento veinte mil habitantes y compararlas con imágenes actuales, surgen diferencias importantes. Ahora San Pablo cuenta con más de veinte millones de habitantes. Ha perdido árboles y más que ello, ha perdido referencias culturales importantes que ahora adquieren otras formas. Los bares de las esquinas, los viejos almacenes de barrio, la vida en las veredas, ese gran espacio público que ahora reemplazan los parques y las plazas. Y no es lo mismo. Pero tampoco es cuestión de quedarse allí en la queja. Lo importante es reflexionar sobre lo que se pierde y lo que se gana con la evolución. Las ciudades como San Pablo tienden a expandirse, y eso es algo natural. En lo personal, entiendo que para criar hijos es fantástico vivir fuera de las ciudades, pero caminar por el centro de San Pablo supone, al menos para mí, algo más importante. Allí están los ruidos y los gestos de la civilización que me estimulan y hacen sentir vivo. Vivir en los suburbios está muy bien, lo entiendo y asimilo como una opción válida. Es una manera simpática y muy agradable de vivir. Pero yo soy urbano y opto por contar con la farmacia, un bar y un cine a la vuelta de casa…
AD: A propósito del buen gusto y la belleza…
Mk. Explicar al gusto, o al buen gusto no es fácil. En todo caso yo entiendo que siempre se trata de procurar las soluciones más sencillas. Con respecto a la belleza confieso que siento, vivo la fascinación por lo bello. Allí me encuentro con Vinicius de Moraes que dedicó su vida a exaltar con su canto la belleza femenina. Yo podría cantar a la belleza de una mujer, de un hombre, de un edificio, de un poema. De las cosas más sencillas de la vida. Entre otras cosas la belleza es misterio y en ella tiene mucho que ver la actitud. Veamos por ejemplo lo que sucede con la belleza en Brasil. En los años cincuenta el nuestro era un país aislado y muy pobre y en ese contexto dio lugar a la arquitectura, la música y el futbol más bello del mundo…
AD: Como ha evolucionado el concepto de la belleza en un mundo donde la información abunda y hasta abruma?
MK: Los hombres tenemos eso, tendemos a banalizar todo aquello que es valioso. La belleza de las cosas simples, las que observamos a diario, tiende a diluirse. Es necesario revertir eso. Y para cada uno de nosotros la belleza representa algo distinto, particular. Tal vez por esa razón en nuestras obras establecemos estructuras, contenedores y bases para que luego el habitante al ocuparlas, aporte lo suyo.
AD: Eres consiente que se te considera entre los Arquitectos más influyentes del mundo…
MK: En realidad no pienso en eso. Y más aún, no me interesa. Me apasiona mi trabajo y procuro alcanzar la perfección en cada proyecto, cada obra. Sin importar el presupuesto o el tamaño. Y entonces, si mi obra es valorada por los habitantes y luego llama la atención, por la razón que fuera, mejor. Pero en realidad trabajo para dar respuesta al habitante, al inversor y en este caso sin perder de vista al habitante que no conozco pero que imagino.
Su nombre se ha convertido en marca que refiere al talento singular, calidad constructiva y de manera esencial al buen diseño. El tratamiento que confiere a sus fachadas e interiores tiene mucho de cine. Y no es casualidad, ya que esa es precisamente su otra gran pasión.
AD: Arquitectura y Cine, Cine y Arquitectura, dos grandes pasiones que por momentos se funden en tu obra…
Mk. En realidad comencé a trabajar como cineasta, produciendo y rodando cortometrajes. En los años ochenta ya tenía montado mi estudio de Arquitectura pero aún mantenía mis dudas acerca de mi destino. Hasta que decidí comenzar a producir y rodar largometrajes, que no eslo mismo. Con mi primer largometraje, ‘Fogo & Paixão’ (‘Fuego y pasión’) en el año 1988, el fracaso fue total. Y lo perdí todo. Fue entonces que decidí convertirme en arquitecto. Pero como todo en la vida, la experiencia me permitió crecer en la profesión, por ejemplo incorporando como algo natural la necesidad de generar guiones compositivos al momento de proyectar, las proporciones alargadas de un visor de cámara de pantalla ancha y cómo lidiar con la luz natural o artificial. La luz, trabajar con ella es fundamental. Y el trabajo en equipo, allí radica la clave para que todo funcione, en desarrollar la capacidad de reunir y formar equipos de trabajo. Y después de mucho tiempo peleado con la experiencia del cine, en el año 2012 decidimos montar una instalación con cine en la Bienal de Venecia representando a Brasil.
La visión en la pantalla me enseña a un hombre adulto pero de aspecto jovial. Su cabellera blanca despeinada, su mirada inquieta y con gestos de ternura infantil, y un fondo cargado de imágenes aplicadas a la pared y sobre una mesa posterior un sinnúmero de objetos de todo tipo. Imposible no percibir que allí se escondían momentos atesorados por el Arquitecto. Una placa con la firma de Gio Ponti, un estudio de estructuras de Niemeyer y luego muñecos y piezas con historia, …aquí está mi vida entera… me afirma entre risas mientras me enseña las piezas ya comentadas y otras que refieren a pasiones donde las formas cuentan cosas.
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