La galería que nos despierta / Diana Saravia

Comenzó trabajando como asistente, enmarcando cuadros. Pronto abrió su propia empresa y el contacto con obras de arte europeo y nacional, clásico y contemporáneo le permitió afinar la mirada y asimilar el singular despliegue que los óleos, acuarelas y fotografías proponían. Su espíritu rebelde, audaz y visceral se ocupó del resto.

Actualmente dirige una Galería que nos despierta a partir de la presentación de obras de arte erótico que al tiempo que desacralizan lo establecido, proponen un nuevo concepto para asumir la condición humana. Su nombre es Diana Saravia, nació en Cerro de las Cuentas, Cerro Largo.

…mi padre fue el último farolero del país, en Cerro de las Cuentas localidad que fue la última en conectar la energía eléctrica. Recuerdo acompañarlo en el circuito que hacía a diario y la idea de que con su trabajo iluminaba al pueblo aún me emociona, por todo lo que representa aquel gesto que él desplegaba con absoluta normalidad…

El encuentro con Diana Saravia me lleva a su Galería ubicada sobre la calle Quijano, casi San José, al caer la tarde de un día de semana. Esta mujer se presenta como una fuerza natural que resulta difícil identificar. Su mirada inquieta, vital, escudriña permanentemente al interlocutor y registra todo lo que sucede en su entorno. Es una mujer visceral, es una mujer Saravia, y en sus genes se trasmite esa actitud siempre dispuesta a enfrentar, asumir y desafiar, sin perder el encanto y la gracia, datos que nos trasmiten una idea bastante afinada acerca de su carácter.

…a los 18 años me traslado a Montevideo, todo un desafío llegar sola a la capital, mi primer alojamiento fue una pensión de señoritas en 18 de julio y Pablo de María, éramos cincuenta jóvenes de todo el país. Quería estudiar diseño industrial, pero llegué fuera de tiempo al examen de ingreso. Me anoté en la Escuela Nacional de Bellas Artes, asistí un año, para descubrir que no era lo que esperaba y entonces abandoné sin tener muy claro que hacer, comienzo a trabajar para mantenerme, segura de que algo surgiría para mí. Eso siempre lo tuve claro. Desde niña crecí detrás de un mostrador, en mi casa siempre hubo almacén de ramos generales, así que no fue difícil encontrar un trabajo para sustentarme. TATA, fue mi primera experiencia, reponía las góndolas de golosinas, luego McDonald’s donde aprendí muchísimo, hasta que un verano, caminando por el centro de la ciudad, veo en una cuadrería y vidriería, de dueños Italianos, un cartel que decía “busco Empleada”. Ahí comienza toda una etapa en mi vida adulta…

Mientras avanza la conversación, sus ojos y sus manos acompañan cada frase con movimientos coordinados que trasmiten certezas y también singular audacia, es una mujer joven que parece no temer a nada y las referencias a su familia y al pueblo en que nació son permanentes. Su familia mantiene un almacén en Cerro de las Cuentas y su contracción al trabajo tiene claras raíces familiares y así reparte sus días entre la atención a sus dos hijos ya adolescentes, Facundo (22) y Augusto (18) y la Galería, donde puede permanecer horas interminables, disfrutando de la contemplación de las obras reunidas y en el armado y programación de las actividades. Allí también, en los fondos, mantiene su taller de enmarcado que ciertamente ha perdido peso en la caja pero que por razones que asumimos son esencialmente emocionales aún mantiene.

…ya han transcurrido muchos años y Montevideo me resulta chico, como un pueblo grande. Recuerdo que esa fue la primera sensación al llegar la primera vez, viajé con la expectativa de vivir en la capital y de inmediato percibí que era más o menos lo mismo, ciertamente con más gente que en mi pueblo, pero no era lo que esperaba. Siempre soñé con viajar y probar en otros países, pero por una u otra razón me quedé, y aquí estoy…

En Facio y Di Gaeta permanece como asistente durante ocho años. Allí aprende el oficio y descubre todo un mundo con los galeristas, coleccionistas y aficionados al arte que enmarcaban sus obras hasta que en el año 1999 y con un préstamo de cincuenta mil pesos que obtiene en el Banco de la República abre su primera tienda, sobre la actual Carlos Quijano exactamente en frente a la actual ubicación de su galería.

…en su momento fue una apuesta importante que coincidió con el embarazo de Facundo, mi hijo mayor. Y trabajamos mucho y muy bien, hasta que, en el año 2002, con la crisis que se desata en aquel momento, todo se paralizó. Estaba realmente complicada hasta que una tarde llega un cliente con una camioneta grande, cargada de obras para enmarcar. Recuerdo que la cantidad era realmente importante y variada en tamaños, variedad y orígenes. Durante muchos años trabajé con ese cliente que era un comerciante inquieto y muy exigente. No era fácil cumplir con los plazos de entrega que exigía, pero en su momento fue una solución económica y a la vez toda una experiencia. Aprendí mucho trabajando con él, de estilos, la identificación de las épocas, las características de algunos autores, realmente fue muy importante en mi formación…

En el año 2005 al observar que un local con mayor visibilidad y más amplio, ubicado frente a su tienda, queda libre, decide ir por él. Entonces se trató de mucho más que una mudanza, al instalarse en el nuevo local comienza una nueva etapa, nace la Galería DIANA SARAVIA, y el taller de marcos queda instalado a los fondos. El vínculo generado con artistas contemporáneos, así como con coleccionistas, su inquietud por conocerlos y profundizar la relación pronto le permitió construir una red que es la que sostiene su labor profesional que ubicamos a mitad de camino entre galerista y marchand. Esto es comercializa obras de arte, para lo cual monta exposiciones y atrae coleccionistas y nuevos compradores, pero a la vez promueve algunos autores, divulga su obra y defiende sus cotizaciones en un mercado cada vez más chico y avaro. La fachada de su galería nos recuerda los frentes comerciales de Hopper, es limpia y ordenada y destaca por un gran ventanal que oficia de vidriera y exhibe por estos días obra erótica. Tres piezas de Fernando Olivieri que exhiben ejemplos de lo que Diana denomina botánica erótica, varias piezas en resina de Juan Perazzo que exhiben falos que se levantan sobre pequeños jardines que por momentos parecen vello púbico.

…una tarde me encuentro con una fotografía que exhibía un falo y llamó mi atención. Tanto así que encargo una pintura con esa foto a Rogelio Osorio. Convencerlo no resultó fácil, fueron muchas las conversaciones hasta que finalmente logro el objetivo y luego de tener la obra en la Galería, en apenas unos días llega un cliente que se detiene frente a ella y luego de un par de horas de examinarla, la compra. En ese momento entendí que sucedía algo con el erotismo que estaba allí, a flor de piel y entendí que era el momento de explorar…

Lee la nota completa en la Revista Ayd Nro. 322

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